Hidalgo, Tx.-
Por el paso del puente peatonal llega un autobús blanco y se detiene, a pocos metros de la fila de los visitantes a Hidalgo, Texas.
Son deportados, grupos de personas que son vigilados por oficiales de la Patrulla Fronteriza (Border Patrol) para luego entregarles en una bolsa transparente con sus pocas pertenencias, que consisten en su celular personal y su identificación. Su visa con seguridad fue recogida y tal vez destruida, con la amenaza de nunca más poder volver a pisar tierra estadounidense.
Así son devueltos los mexicanos y centroamericanos, mientras ven pasar una fila cerca de ellos a familias de haitianos, que sí podrán ser admitidos en Texas con la promesa de recibir asilo.
Los oficiales americanos los guían hasta la mitad del puente internacional Reynosa-Hidalgo (McAllen–Hidalgo–Reynosa International Bridge), donde nadie los recibe. Uno a uno de los deportados hacen llamadas desesperadas a sus contactos, mientras se acercan a la revisión migratoria.
Ahí les tomarán sus nombres y los registrarán, para dejarlos libres en Reynosa, donde es seguro que intentarán ir de regreso para cruzar otra vez Texas.
No importa que no tengan “papeles” (visa) porque al final y al cabo podrían encontrar un buen trabajo que pague en dólares y allá podrían rehacer su vida.
Esta es una escena que se repite diariamente en el puente internacional, mientras miles cruzan para ir de “shopping”, otros son regresados por intentar trabajar en Texas.