Salvatierra, Gto.-
Maricela Cornejo y sus tres niñas se quedaron en la calle. El fuego envolvió su casa, ubicada en la colonia División del Norte de esta ciudad, durante el novenario de su marido, quien fue asesinado de un golpe en la cabeza, en la zona rural.
La madrugada del 20 de agosto, el incendio consumió los muebles, ropa, mochilas, uniformes, útiles escolares y documentos de sus tres hijas de 4, 8 y 12 años de edad, y alcanzó la “capilla ardiente” que la empresa funeraria instaló en la primera habitación de la casa para el velorio del padre de familia.
La noche previa, habían rezado en el cuarto frente a la capilla iluminada con veladoras, y al finalizar, Maricela se llevó a sus tres hijas a dormir a la casa de sus padres, ubicada a dos cuadras de su domicilio.
Poco antes de las 05:00 horas, vecinas le avisaron que su casa se estaba quemando.
En el inmueble sólo quedaban cenizas entre agua y tierra. “Nos quedamos sin camas, mesa, estufas, sin nada”, dijo.
La madre, de 30 años de edad, dice que es difícil expresar la situación que atraviesa por el dolor, las preocupaciones, la necesidad y las deudas.
Señala que le apura el compromiso que firmó por el servicio funerario, que deberá pagar en los próximos tres años y medio. El costo por el ataúd y funeral pasó de 13 mil a 16 mil pesos por los daños derivados del incendio, que deberán ser cubiertos en pagos semanales de 130 pesos.
Maricela no recibió la ayuda de la Procuraduría General de Justicia del Estado, del fondo de recursos destinado para víctimas del delito, después de que se acreditó que su esposo fue privado de la vida con un objeto contundente, que podría ser un golpe. Tampoco se les ofreció apoyo psicológico.
En la Presidencia Municipal le dijeron que no la pueden apoyar con nada. En la oficina del alcalde José Herlindo Velázquez Fernández (PRI), el personal argumentó que la administración ya cerró sus programas de gastos. Le pidieron regresar después del 10 de octubre cuando entre el nuevo gobierno local, que encabezará la alcaldesa panista Karla Alejandrina Lanuza.
La madre de familia refiere que será difícil conseguir un empleo porque no tiene ni la primaria terminada y debe estar al cuidado de sus hijas.
Sus padres, como ella, son de escasos recursos y su casa se compone de dos habitaciones.Ellos viven de vender nopales y cebollas en un puesto. Ahora la abuela comparte su habitación con su hija y sus tres nietas.
Maricela dice que sus vecinos difundieron su situación en las redes sociales y la acompañaron a un centro de acopio; logró que le donaran una cama, tres bolsas con ropa y una mochila.
Le falta conseguir dos mochilas, uniformes y los útiles para las tres niñas, una de ellas inscrita en preescolar y dos en primaria.
La viuda comenta que en su familia la están pasando mal “pidiéndole fortaleza a Dios y para que ablande los corazones de personas para que la puedan ayudar”.
Al morir su esposo, quien era mecánico, lo único que les quedaba eran muebles y el fuego “se los tragó”.