Monterrey, N.L.-
Lo que marcará, en términos políticos, el equilibrio de la balanza para la próxima administración es la posibilidad que tenga la nueva presidenta de distanciarse de Andrés Manuel López Obrador, dijo el doctor en Historia Carlos Illades, durante la mesa de diálogo “¿Qué fue del lopezobradorismo?”, llevada a cabo el último día del sexenio en la Feria Internacional del Libro Monterrey.
La mesa fue organizada por el Tecnológico de Monterrey y en ella, Illades debatió con el analista político y presidente de México Evalúa, Luis Rubio, a quienes moderó Edna Jaime, decana nacional de la Escuela de Ciencias Sociales y Gobierno del Tecnológico de Monterrey.
“Por lo que he visto hasta ahora, lo veo difícil. Ante una oposición tan débil —el PRD prácticamente extinto; el PRI como algo que ningún politólogo imaginaba, colapsado, bastante debilitado y sin un liderazgo claro— lo que en la política se va a jugar va a ser la relación entre la presidenta Claudia Sheinbaum y el expresidente. Más que otros factores hablo del cuadro político, no de los actores económicos y demás”, continuó Illades y consideró al lopezobradorismo como un movimiento centrado en una figura particular:
“López Obrador crea Morena, su propio movimiento; es decir, va a seguir respondiendo en el sexenio que viene a López Obrador, mucho más si va en una ruta distinta. Cuando hablo de la 4T incluyo a las Cámaras y los que pertenecen a otros partidos y son los que ayudan, digamos a formar las mayorías que tiene la 4T, pero que no proceden de las bases movilizadas alrededor de López Obrador”.
Lo que hizo López Obrador, explica, fue concentrar el poder en la figura de un líder. “Para mí lo deseable, aunque no puedo decir que eso va a ocurrir, es que el poder se transfiera a la sociedad. Una de las perspectivas históricas de la izquierda, al menos de cierta izquierda, es empoderar, en primer lugar, a las clases populares y, en segundo, a la sociedad civil. En el caso de López Obrador eso no ocurrió, como tampoco ocurrió en los regímenes anteriores. En ese sentido, también se queda bastante corto”.
Para Rubio, más que estar sucediendo un cambio de régimen, lo que él ha observado es el fortalecimiento de un régimen viejo, “un retorno al viejo régimen y, más específicamente, a la etapa inicial del viejo régimen, en el sentido de una etapa más caudillista, con un liderazgo tan fuerte y tan poderoso como el que representa López Obrador”.
Pone, como tema a largo plazo, una pregunta, ¿este movimiento perdurará? “No olviden que aquí, en México, se reinventa la rueda cada año. Pero la inusual presencia, naturaleza y características de López Obrador quizá abrirá la puerta para una cosa totalmente distinta”. Lo cual se sabrá a partir de lo que, en ciertos medios de comunicación —prosigue— se llama el séptimo año, en alusión al que será el primer año de la presidenta Claudia Sheinbaum.
La mejor manera de evaluar al lopezobradorismo es con dos preguntas pertinentes para Rubio: la primera, ¿por qué López Obrador ganó en 2018?; la segunda, ¿por qué Sheinbaum ganó en 2024? Las respuestas son muy diferentes y hubo una gran evolución en dicho lapso:
“Quizá haya sido la vieja consigna priísta: que la evaluación de un gobierno se mide en la elección del sucesor o, en este caso, sucesora. Es decir, que la evaluación última es ésa. Lo que no tengo duda es que López Obrador se dedicó casi exclusivamente a la elección de 2024. Todo el proyecto estaba en cómo ganar la elección de este año y vaya que fue exitoso el proyecto”.