Con la ilusión de darle a Tamaulipas su primer Campeonato Mundial de Ligas Pequeñas, la Liga Matamoros, A.C. ha llegado a Williamsport y se aclimata para conseguir su meta.
Este viernes 15 de agosto participarán en el desfile inaugural y descansarán para jugar su primer partido el sábado ante Curazao, que en el papel es el rival más fuerte del grupo.
El sábado chocan ante Italia y el domingo 17 ante Guam. Estos tres partidos son obligatorios y a partir de allí perder significa regresar a casa.
Existe la confianza de avanzar a la siguiente ronda y lo harían si consiguen cuando menos dos victorias, aunque sería mejor pasar como líder de sector para enfrentar en semifinal al segundo sitio del otro grupo.
A esta Serie Mundial de Ligas Pequeñas acudirán 16 equipos sembrados en cuatro grupos.
México, Curazao, Italia y Guam están en el grupo “C”, mientras Arabia, Japón, Canadá y Venezuela van en el “D”.
Los grupos “A y B” se conforman con equipos de los Estados Unidos, lo que garantiza que en la final, del 24 de agosto, habrá un club local.
LA HISTORIA
México ha sido campeón de Williamsport en tres ocasiones, todas ellas con equipos de Nuevo León.
La primera vez fue en 1957 cuando Angel Macías lanzó juego perfecto en la final, algo que jamás se ha repetido.
En 1958 Monterrey repitió el truco y luego pasaron cuarenta años para que Guadalupe Linda Vista volviera a poner el nombre de Nuevo León en los primeros planos.
En ese 1997 los Vaqueros participaron en uno de los juegos finales más dramáticos de todos los tiempos al llegar a las sexta y última entrada perdiendo 4-1.
Gabriel Alvarez, que iba de 12-0 como bateador y que hasta ese momento era el pitcher perdedor, entró de emergente y con un jonrón de tres carreras empató la pizarra.
Más adelante, un hit de Pablo Torres impulsó a un corredor que estaba en segunda y de esa manera se coronaron campeones.
Matamoros llega a este torneo con un equipo fuerte, grande y experimentado.
En el torneo Nacional celebrado en Monterrey mostraron una gran superioridad al ganar 11 de 12 encuentros.
Hicieron 126 carreras y permitieron 14, una comparación abrumadora.
EL PITCHEO
Para aspirar a ganar en Williamsport un equipo debe contar con cuando menos tres lanzadores confiables y Matamoros se puede dar ese lujo y un poquito más.
Su carta estelar en Carlos Balboa, un chamaquito que lanza rectas de hasta 75 millas y tiene un corazón que no le cabe en el pecho.
Cuentan además con Sergio Rodríguez, quien ganó el partido final ante Guaymas en el parque Acero.
Jesús Sauceda, Héctor Guevara, Eduardo Rodríguez y el zurdo Klauss Muller también tienen capacidad para salir al quite en la loma de los disparos.
Por cuestiones de rol, los campeonatos siempre los gana el segundo o el tercer lanzador del equipo.
En 1957, Angel Macías no era el estelar de Monterrey, pero le tocó la oportunidad de abrir la final y se inmortalizó al lanzar su juego perfecto.
En 1997, Adrián Luna era el pitcher número uno de Guadalupe, pero tuvo que eliminar a Japón en semifinales y Gabriel Alvarez se subió al cerrito para la final.
El grandulón no pudo contener a California y resultó Pablo Torres, jardinero central, quien con un relevazo y el hit del triunfo, quien se acreditó la victoria.
Matamoros tiene pitcheo suficiente para poder aspirar al campenato, pero la suerte también influye.
En 2006, la misma Liga Matamoros enfrentó dos veces a Japón con su segundo lanzador y en ambas ocasiones perdieron.
Si el manejo del rol hubiera permitido que el lanzador estelar enfrentara a los nipones, quizá la oportunidad de ganar sería mayor.
En cuanto al bateo, los fronterizos demostraron que tienen con qué querer a sus rivales. Esas 126 carreras en aproximadamente 60 entradas les da un promedio de dos rayitas por inning.
Suponiendo que el nivel de Williamsport es mayor que el del Nacional, aún así les alcanzaría para estar en la pelea y esperar que la estrategia y el destino les ayuden a darle a Tamulipas su primer Campeonato Mundial de Ligas Pequeñas.
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