México, D.F.-
Desde que conoció a Pedro “N” a través de Facebook, Guadalupe pasaba demasiado tiempo conectada a internet. Aunque no descuidaba sus labores en la casa donde hacía la limpieza, su patrona se dio cuenta de que su comportamiento era distinto al habitual.
Era octubre de 2013 cuando Guadalupe le contó a la dueña de la casa donde trabajaba que ya tenía novio.
Le dijo que era un buen hombre y le mostró su fotografía. Cuando le preguntó cómo lo había conocido, ella le dijo que fue en Facebook. La respuesta la dejó intranquila, pero no creyó que esa relación significaría, días después, la muerte de su empleada doméstica.
El 4 de noviembre de ese año Guadalupe ya no se presentó a trabajar. Como no solía faltar supuso que tenía alguna emergencia con sus familiares que vivían en Chiapas, de donde ella era originaria.
Aunque le marcó varias veces a su celular, no obtuvo respuesta. Tres días después recibió un mensaje del teléfono de Guadalupe.
“Ya no pienso regresar, lo que me paga es una miseria, conseguí otro trabajo y mis nuevos patrones me pagan cinco veces más”, decía el texto.
Por el tono en que estaba escrito la mujer dudó que lo hubiera enviado Guadalupe, pues la relación entre las dos siempre fue cordial y ella la consideraba más que una empleada.
Fue entonces que presentó una denuncia por la desaparición de Guadalupe ante el Centro de Apoyo a Personas Extraviadas y Ausentes (Capea) de la Procuraduría capitalina.
Aunque se difundió su fotografía y rasgos particulares, la mujer de 36 años y quien desde hacía 20 se dedicaba a trabajar en casas, no fue localizada.
Con el paso de las semanas, la ex patrona de Guadalupe comenzó a hacerse a la idea de que ella estaba bien y se había marchado por su voluntad. En marzo de 2014 una llamada acabó con su tranquilidad y confirmó sus sospechas de que a su empleada le había ocurrido algo.
Era personal de la PGJDF que le pedía acudiera a identificar el cuerpo de una mujer que sospechaban podría tratarse de Guadalupe. La reconoció en el Instituto de Ciencias Forenses.
Le explicaron que esa mujer había sido localizada en la habitación número 27 de un hotel del Centro Histórico el día 4 de noviembre de 2013. Estaba semidesnuda en la cama con una malla atada al cuello.
Al revisar el expediente supo que la causa de la muerte fue asfixia por estrangulamiento y que durante todo ese tiempo estuvo en calidad de desconocida.
Con su identidad, personal de la Fiscalía de Homicidios y de la Policía Cibernética de la PGJDF rastrearon su cuenta de Facebook y además de obtener información para contactar a sus familiares, encontraron datos y fotos de su supuesto novio.
Al mostrarle esa fotografía a la patrona de Guadalupe, de inmediato lo reconoció como el mismo sujeto que su empleada le había mostrado como su novio.
La investigación comenzó a cobrar forma. En cuestión de días lograron identificar al presunto homicida, quien contaba con un ingreso al Reclusorio Oriente, en el 2007, por abuso sexual.
Por ese delito estuvo preso unos meses y obtuvo su libertad al obtener el perdón de su víctima.
Sin embargo, dar con él no fue sencillo. Después del crimen de Guadalupe el sospechoso cambió de domicilio y de trabajo.
Fue hasta enero de este año que agentes de la Fiscalía de Homicidios dieron con él en el estado de México.
Aunque se negó a declarar sobre los motivos del crimen, había suficientes elementos para enviarlo a prisión. Un juez del Reclusorio Oriente le dictó la formal prisión y ahora enfrenta proceso por feminicidio agravado.
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