Nunca he podido evitar sentir cierta molestia cada vez que he visto a la afición y a cierto sector del medio futbolístico festejar las victorias de México ante los equipos moleros, como si estuvieran venciendo a Alemania en la Final de una Copa del Mundo.
Lo mismo a los jugadores eufóricos en las goleadas ante equipos muy inferiores en la Copa Oro. Siempre he pensado que es engañarnos a nosotros mismos.
Y el resultado es lo que estamos viviendo ahora. Los mexicanos perdemos el piso muy fácil. Apenas nos sonríe la vida un poco y nos volamos demasiado.
Mañana la Selección Mexicana enfrentará a Panamá, en el Estadio Azteca, en un duelo que es casi de vida o muerte, porque una derrota mandaría al Tricolor a zona de Repechaje.
¿No se suponía que ahorita estaríamos casi casi peleando por ser campeones del mundo?
Todo después de los títulos Sub 17 en 2005 y 2011, y de la Medalla de Oro en los Juegos Olímpicos de Londres 2012.
¿No se suponía que a estas alturas los procesos juveniles tendrían que estar aportando a la Selección Mexicana la mejor camada de jugadores de todos los tiempos?
¿No se suponía que después los grandes avances en la Copa América y en la Copa Liberadores nos tendrían ahora por fin entre las potencias del futbol mundial?
En realidad sí teníamos razón de festejar y de ser optimistas con los últimos logros a nivel internacional. Pero los mexicanos nos volamos demasiado fácil, creemos que ya llegamos y que ahora es tiempo de disfrutar, de echarnos a dormir, en lugar de seguir trabajando.
No sé por qué todo esto me recuerda a aquella frase que escuché en mi infancia, cuando el ahora ex presidente José López Portillo nos invitaba a administrar la abundancia.
O lo que es lo mismo, relájense, que somos ricos; y ya ven lo que pasó: una macro crisis económica de cuyos efectos aún no terminamos de reponernos, cuatro décadas después.
Por esos días también José Antonio Roca le entró a la moda de “prometer no empobrece¨, porque previo al Mundial de Argentina 78, sacó la calculadora y según sus cuentas pasaríamos a la siguiente ronda caminando.
Pronosticó que venceríamos a Túnez, empataríamos con Polonia y perderíamos con Alemania. La realidad nos ubicó de manera desastrosa, porque perdimos los tres partidos, uno de ellos con goliza incluida ante Alemania de 6-0, para firmar quizá la peor actuación tricolor de la historia, en una Copa del Mundo.
Todavía a principios de esta Eliminatoria escuché muchas voces ignorar lo mal que estaba jugando la Selección Mexicana, para justificar que ahorita lo importante era sumar puntos.
Para cerrar esta columna, otra frase ilustrativa de nuestra legendaria mentalidad mexicana: “A qué le tiras cuando sueñas mexicano”.