Arivaca, Ari. / Dic. 19
En un lugar del desierto un grupo de migrantes dejó cinco mochilas, dos pantalones, tres chamarras, una venda, dos cepillos de dientes, un rastrillo y un jabón.
Traían consigo medicinas para dormir y soportar infecciones estomacales y respiratorias. Se desconoce cuál fue su destino. Quizá fueron deportados, rescatados, trasladados a algún estado de la Unión Americana o murieron en el trayecto.
A 28 pasos del matorral donde esos migrantes dejaron sus pertenencias, el presidente de la CNDH, José Luis Soberanes, y el presidente de la organización civil Humane Borders o Fronteras Compasivas, Robin Hoover, inauguraron una estación de agua de las 96 que están localizadas en diversos puntos del desierto para brindar auxilio a los migrantes.
Ahí, donde en esta temporada decembrina la temperatura mínima alcanza los 3 grados y en primavera los 40 grados centígrados, el ombudsman señaló que en los últimos 14 años han muerto 5 mil migrantes “en el más completo desamparo”.
En el Día Internacional del Migrante, Soberanes demandó una vez más que se respete el derecho a la vida.
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