Después del tercer gol de Rayados, Lio Messi se veía anímicamente desfondado. Es mala señal cuando se observa a un jugador caminando en la cancha con la cabeza baja, como síntoma de cansancio emocional. Al dolor del argentino había que añadirle la burla, porque los aficionados locales, en el Estadio BBVA, entonaban cantos de victoria, transmitían confianza de la tribuna a la grama y coreaban oles, para hacer patente la faena al Inter de Miami, la noche mágica del miércoles 10 de abril que queda para la historia.
Porque no es asunto menor darle una trapeada al mejor jugador del Globo que exhibió, como clase magistral de dinámicas de grupo, que uno solo no puede hacer el trabajo en una misión de conjunto.
Aún y con los años que le pesan, el rosarino tiene todavía nivel para competir en el nivel más elevado. Sin embargo, se entiende que, luego de coronarse campeón universal en el pasado mundial de Qatar 2022, haya satisfecho todos sus anhelos y haya decidido optar por el no más. Al renunciar a la competencia alta, ha optado por refugiarse en la glamorosa vida de Estados Unidos, en el circuito de la Major League Soccer que se ha convertido en un suntuoso cementerio de elefantes.
Acá, entre las garzas rosas, Lionel no tiene equipo ni compañero que le ladre. Venir a una ciudad como Guadalupe y enfrentar a un equipo de Monterrey, para recibir una arrastrada, no pasa por los planes de Su Majestad. Al cerrarse la llave de la serie de cuartos de final, el Inter de la Florida perdió con global escandaloso de 5-2 contra el conjunto de la Liga MX. El futbol mexicano está en permanente desarrollo y se encuentra muy lejos de las de categoría platino que hay en Europa, donde la Pulga estupenda clavó su bandera de conquistador en cualquier país donde puso el tachón. El tipo siempre ha sido moderado y nunca se ha pronunciado con afrentas hacia los rivales. Pero es sabido que en las tierras australes de la Argentina, donde se han obtenido todos los gallardetes futboleros, siempre ven con desprecio al balompié azteca que no ha ganado, en comparación, prácticamente nada.
Y no es que la que sufrió contra el Monterrey sea la peor derrota del súper nova, qué va. Hay que recordar que, en una ocasión, cuando estaba en el Barcelona demoledor, perdió 8-2 ante el Bayern Múnich en el 2020 que, esa sí, fue la peor felpa que recibió en su carrera lustrosa. Más atrás, en el 2009, en una eliminatoria, con la Selección Argentina perdió 6-1 contra Bolivia en La Paz. Pero no se había visto Messi nunca tan disminuido, en lo individual, como en su noche triste en esta vuelta de cuartos de final de la Concachampions. Recibía la redonda, hacía algunos regates, pero se encontraba solo, como Pedro Páramo en un poblado habitado por fantasmas. No tenía a quien pasar y retrocedía a los defensas, que vigilaban sin marca en el fondo de la cueva.
Sus alerones Busquets, Alba y Suárez, avejentados por igual, ya vieron pasar muchos calendarios desde que aún tenían muslos para explotar en un pique. Ahora han reducido sus habilidades a la precisión.
Su fortaleza está en la colocación para distribuir juego, pero en cada transición hacia la ofensiva encontraban que no había puertos de entrada para conectar. En el segundo tiempo Rayados parecía un coloso, porque se había apoderado de la media cancha y Messi, con el corazón fundido, ya no regresaba después de terminar las jugadas. La última media hora la pasó flotando, sin aspiraciones, como si se hubiera desinteresado del juego, esperando impaciente la indicación del silbante para acabar con el suplicio. Es sintomático que solo tuviera un solo disparo con destino a puerta. Nunca pudo aproximarse con peligro a las lindes del área de los anfitriones, zona en la que le gusta pasearse hasta encontrar un hueco por donde descargar el plomazo. Nada le funcionó porque no hubo chambelanes que lo acompañaran en el baile. Sigue siendo magnífico en lo individual, pero se ve cómo el rey va en franca retirada hacia la jubilación.
Fue una noche desastrosa para los Miami boys. Parecía increíble la actuación de Callender, uno de los arqueros de la Selección Nacional de USA. No solo entregó el primer gol, con una torpe salida, interceptada por Brandon, que solo la empujó a la red. Durante toda la noche quiso emerger de atrás jugando en corto, con operaciones de pase a los zagueros que terminaban encamotados, lo que costó el tercer gol, el de Gallardo que firmó de cabeza, solo, una pelota robada en una de esas jugadas que el golero no pudo hilvanar desde el saque de puerta.
Para gran fortuna de los aficionados locales, Messi tuvo una noche extrañamente discreta, que permitió apabullarlo con cánticos despectivos desde la tribuna. Creo que el viejo Lio conoce este juego y entiende que la gente va a ver a su equipo, a divertirse y, si se puede, a festinar la frustración del contrincante, como ocurrió durante toda la noche.
Monterrey lució sus mejores ropas, ayudado por el Inter de Miami, que quedó desnudo en medio del estadio que tiene acrónimo bancario. Eso es el equipo propiedad de David Beckham, un coche enorme, de vistosos acabados, con un motor brioso, pero con ruedas parchadas.
La gozadera fue por la afición de Rayados, que presenció el show que esperó durante mucho tiempo. Fue maravillosa la velada, en la que su equipo hizo emequeñecer al mejor jugador de la Tierra.