Si ya algunas voces fuertes se habían pronunciado en contra del transgénero en el deporte, sobre todo en el femenino, con la “declaración Trump” sobre el caso, éste recibió un duro golpe, que lo hará perder lo poco que había avanzado.
Este miércoles 5 de febrero, el Presidente estadounidense firmó un decreto que prohíbe la participación de deportistas transgénero en su país.
Se entiende que la norma aplicará por igual para ambos tipos de transgénero: hombre que pasa a ser mujer, así como el de mujer que pasa a ser varón, caso este de menos impacto en el deporte al no representarles a este tipo de personas grandes ventajas fisiológicas ni anatómicas.
Algunos meses atrás el estado Texas ya había prohibido la participación de transexuales en el deporte infantil y organismos internacionales como el ciclismo, el atletismo y la natación también habían marcado su línea en relación al tema.
En EE.UU., la NCAA, máximo órgano que rige el fortísimo deporte universitario, había permitido la participación de transexuales, siendo el caso más controversial el de la nadadora Lia Thomas, quien había sido varón.
En su género original nunca a llegó a destacar a algún nivel reconocido. Se sometió a tratamiento hormonal, cuyo nivel fue indicado por la NCAA, aunque no a extirpación de órgano como antes lo exigía la Declaración de Estocolmo de 2003, avalada hasta hace poco tiempo por el Comité Olímpico Internacional.
De poco ha de haber servido esa terapia a Thomas, ya que, si bien perdió cierta masa muscular, su biotipo seguía quedando lejos del de una nadadora de físico promedio: la envergadura de sus brazos seguía siendo grande; igual sus manos y pies, que tienen a su cargo la propulsión, y no se diga el tamaño de sus hombros, articulaciones y músculos.
El caso fue que, ya como mujer, empezó a dominar en su estilo y distancia, llegando a ser campeona dentro del circuito universitario, lo que ocasionó una serie de protestas de diversas nadadoras destacadas y de organismos deportivos.
Llegó a ser hasta penoso ver las premiaciones de sus pruebas, ya que, en lugar de los acostumbrados tres cajones para los lugares primero, segundo y tercero, se colocaba un cuarto para la nadadora que alcanzaba esa posición; el mensaje era claro, el logro de Thomas debía medirse por separado, fuera del género que ella asegura poseer.
Por ello ahora, muchos deportes y organismos del mundo tomarán la “iniciativa Trump” como estandarte y pugnarán por afianzar en la rama femenina de los deportes la participación de mujeres nacidas mujeres, lo que ya muchos defendían, pero de lo que el COI tenía sus reservas.
La medida aplicada por Trump seguramente ya está siendo considerada por los siete candidatos que aspiran a dirigir el COI y quienes de momento todos han coincidido en que tiene que ser el mismo Olimpismo el que debe implementar reglas claras sobre la elegibilidad de la mujer en el deporte competitivo.
También, los candidatos han sostenido que, la integridad del deporte femenino debe protegerse a toda costa, independientemente de las presiones culturales que puedan existir, porque ante estas, han señalado, deben prevalecer la justicia y la claridad si se tiene en cuenta la biología femenina.
“Las reglas tienen que ser claras, y no lo son. Y eso ha dejado a muchas federaciones internacionales en una especie de tierra de nadie”, sostuvo Sebastian Coe, campeón olímpico de medio fondo, actual presidente del atletismo mundial, candidato a Presidente del COI y uno de los grandes opositores al transgénero femenino.
De todas las ocurrencias que ha tenido Trump en el corto tiempo que lleva su mandato, esta de la eliminación del transgénero en el deporte ha sido una de las pocas que mejor recibimiento ha tenido, no solo en su país, sino en todo el mundo.
Ojalá que su impacto sea inmediato para que las mujeres vuelvan a tener la confianza de enfrentar a mujeres.