Jugador de casa, con los colores tatuados, de carácter fuerte y creador de un personaje que divirtió a propios y extraños, Jonathan Orozco se retiró a los 37 años tras una exitosa carrera y con varios trofeos a cuestas.
Tuvo que pelear su puesto y ganarlo a buena ley, se sobrepuso a errores que le pudieron haber costado la carrera, pero tuvo la capacidad, la calidad y el carácter de corregir para ser el dueño de una portería cuya exigencia a puesto y quitado a cuanto carácter débil y mano guanga se ha dejado.
Su trascendencia más allá de los 3 palos llegó cuando comenzó a gestar un personaje que rivalizó con el némesis de la ciudad, se autonombró papá felino y posteriormente llegó a ser un superhéroe del marco al ser conocido como “Spiderman”.
Nadie logra una carrera como la de Orozco sin tener algo distinto, sus atajadas épicas borraron los errores que llegó a cometer, sus declaraciones quitaron cualquier atisbo de mediocridad y carácter débil, la confianza que generó cimentó campeonatos y después de años, todavía se busca un sustituto que se afiance en la posición, si bien Andrada va tomando forma, le falta trofeos que aportar siendo factor clave.
Merecido y tal vez corto homenaje para uno de los pocos ídolos de un club cuya memoria a veces es corta, cuya afición se ha convertido en voraz y cuya historia todavía es limitada y carente de suficientes trofeos de acuerdo con la cartera actual, de esos que Orozco logró traer con sus actuaciones y le dieron lustro a una camiseta que ahora cuenta con más estrellas.
Fue parte de una generación dorada para el club regiomontano, los astros se alinearon y en cada posición había un jugador tocado por el fútbol para enfrentar los retos que el balón tiene en el destino; le tocó jugar con el hombre venido del planeta gol y gracias a su muralla en la portería y la magia del chileno, aunado al liderazgo de Jesús Arellano, este equipo ahora tiene algo que contar.
Recuerdo atajadas épicas en los clásicos, como aquella que evitó un gol de Hugo Ayala en un duelo donde defendió su arco con audacia y gallardía. Duelos épicos que perduran en la memoria, un jugador que perdura en el recuerdo, un ser humano que cumplió el cometido que se propuso, uno que representó los colores que quería, el tiempo necesario para mantenerse en la historia y la memoria, algo que pocos han hecho, hacen y harán.
Ser aplaudido por más de 46 mil personas, en una generación voraz no es sencillo, los trofeos engalanan las vitrinas, pero la memoria es la que moldea la historia, un día contaremos que vimos al “Papá” de los Tigres dominar una época que tuvo como rivales a jugadores como Gignac y técnicos como Ricardo Ferretti.
En una institución que tiende a tener memoria corta, una hinchada que convierte al estadio en un coliseo, una ciudad ávida de triunfo y prestigio, Jonathan Emanuel Orozco logró perdurar y triunfar, tal vez no fue el mejor de México porque era sombra de un jugador cuyo marketing rebasa por mucho su calidad; pero si afianzó su posición como el mejor en un equipo que requiere de este tipo de historias que contar a las nuevas generaciones, para solidificar lo pocos logros que se vislumbran de tras de un pedazo de vidrio llamado vitrina.
Papá, Spiderman, portero, como desee llamarle, se retiró un jugador que valdrá la pena recordar en el tiempo y ver sus jugadas en YouTube; hasta pronto señor Orozco, cuelgue sus guantes con la tranquilidad de haber hecho bien su trabajo, ahora será tiempo de transmitirlo.
¡Saludos desde el sillón!