El antiguo futbol mexicano en las tribunas era una fiesta donde las familias compartían dos horas de un ambiente sano, era habitual ver la famosa “ola” en todo el estadio, también era un clásico que los aficionados llevaran instrumentos musicales para darle un poco de sabor a los encuentros, familias enteras podían asistir a los estadios y muchas veces sentarse a lado de aficionados del equipo contrario, sin temor a agresiones o insultos, la finalidad era disfrutar de un encuentro de futbol. México gozaba de sus famosas porras que les daba ánimos a sus respectivos equipos.
En la década de los 90s, México vivía su mejor momento futbolístico tanto a nivel club como a nivel selección, era la mejor etapa del futbol mexicano, pero al parecer nuestros directivos no estaban tan conformes con la poca pasión que se vivían en los estadios del futbol mexicano.
Así que se les ocurrió la grandiosa idea de importar barras de argentina para que capacitaran a las porras de México. Al principio de los 2000’s, las famosas barras en nuestro país ya se veían de apoco en los estadios, era tanta la necesidad de cambiar la pasión en México que los mismos aficionados en suelo azteca imitaban el tono argentino en los estadios de la Liga mx.
“Un día, un señor argentino (Andrés Fassi) empleado del club Pachuca y empleado de la FMF, vio que era muy rentable traer el modelo de barras bravas a México. He ahí el resultado tras años de denuncia pública de copiar el modelo de barras sudamericanas y europeas”, posteó @Esanjuro.
En tanto, Jorge García Orozco, con perfil verificado como periodista, escribió: “Lo peor que hizo Andrés Fassi fue traer las barras al futbol mexicano, con afán de llenar los estadios pusieron en peligro a todas las familias que van a ver el futbol”.
Todo indica que este nuevo modelo de aficionados se les salió de control a los directivos de nuestro país, las barras lograron reclutar más barrista, capacitándolos para apoyar por medio de cánticos y generar odio a los equipos rivales, esto era la pasión que buscaban los directivos en los estadios, aficionados que lograron rebasar a los directivos, es tanto su poder que hasta tienen el control de cierto sector de las gradas de los estadios, así como la venta de playeras y artículos de los equipos.
En Nuevo León, tenemos a dos de los equipos con las aficiones mas pasionales y leales del país, pero también lamentablemente las barras son parte de los equipos regios. Aficionados rayados atropellando a aficionados tigres como en el 2019, donde afortunadamente no pasó a mayores, riñas dentro y fuera del estadio. Estas son algunas de muchos actos desafortunados que han sucedido en Nuevo León y en nuestro país.
Los directivos se manifiestan diciendo que son hechos aislados a los estadios de futbol y siempre lo han manejado como “accidentes”. Es curioso que las autoridades y directivos del futbol no den detalles de los actos delictivos en los estadios.
¿Será que estos dos organismos trabajan en conjunto para tapar estos hechos? Todo indica que el futbol mexicano no quiere reconocer la gravedad que se vive en los estadios de futbol.
En el 2022 en el encuentro de Querétaro y Atlas, hubo un conato de bronca en el estadio entre estas dos barras bravas, tanto así que las agresiones llegaron a la cancha, las sanciones de la Federación Mexicana para el estadio de Querétaro fueron medio año a puerta cerrada. ¿Una sanción ejemplar de nuestros directivos? Seamos sinceros las sanciones quedaron muy cortas por parte de la federación.
En cambio, las autoridades nunca hubo una declaración objetivo sobre lo sucedido, así como las sanciones a los agresores.
Lo sucedido el domingo pasado afuera del estadio del equipo de Torreón, es un ejemplo de la poca comunicación entre los dueños del futbol y los elementos de seguridad y que también los aficionados de los equipos asisten a los estadios a provocar a los aficionados contrarios con terribles consecuencias, como lo de hace dos días.
Es el momento para que la Federación Mexicana acepte lo ocurrido en el juego de Santos vs Monterrey y que es importante que exista un trabajo en conjunto con las autoridades, las sanciones son necesarias dentro y fuera de la cancha, hoy la pelota se mancha de sangre y no hay excusas para no aceptar la terrible inseguridad que se viven en los estadios.