El título de este hermoso bolero no es para evocar a Agustín Lara ni a María Félix, a quien se supone que le dedicó esta canción el Flaco de Oro. Es más bien para dedicarle algunas líneas al Presidente López Obrador, a la Guardia Nacional, la Semar y la Sedena.
Acuérdense de Acapulco, no solo hoy o mañana, sino por el resto del tiempo que les queda en sus funciones como servidores públicos. Minimizar la tragedia, al decir que nos fue bien, porque hubo pocos muertos, aunque la cifra ya ascendió a 46 personas fallecidas y 56 desaparecidas, según datos proporcionados por Protección Civil, aún falta ver la cifra real, porque se dicen que varias decenas de embarcaciones se hundieron con la tripulación a bordo.
Sin duda, lo más grave y lamentable es la pérdida de vidas humanas, además de las vidas incontables de animales de compañía o de trabajo, que también son lamentables; pero por lo que deben acordarse de Acapulco de manera permanente, es por la enorme tarea que significará reconstruir el que fuera el más importante y famoso centro turístico de México.
La Presidencia de la República ya anunció un plan de ayuda a las familias acapulqueñas que sufrieron afectaciones, estimado apoyos básicos para 250 mil familias hasta el mes de febrero entrante; y para las labores de reconstrucción, la Secretaría de Hacienda anunció un plan de apoyo de 61 mil millones de pesos; aunque las compañías valuadoras con reconocimiento internacional, cito por ejemplo a la consultora internacional Enki Research, ha señalado que los daños ocasionados por Otis ascienden de entre 10 y 15 mil millones de dólares; es decir, podrían alcanzar los 270 mil millones de pesos, así como alrededor de cinco años de trabajos permanentes; por lo que la alegre Navidad que prometió el Presidente se ve muy lejano en la realidad.
Por eso acuérdense todos los funcionarios públicos de Acapulco, tanto del orden federal, como estatal y municipal, para terminar con la criminal rapiña de centros comerciales, para evitar que el crimen organizado se dedique al cobro de piso a las constructoras y empresas que se encarguen de la reconstrucción y para llevar alivio a cada acapulqueño que está pasando por momentos sumamente difíciles.
Acuérdense de Acapulco para que en la próxima ocasión se tomen suficientes medidas preventivas a fin de evitar la pérdida de vidas, porque en esta ocasión nadie avisó con tiempo a la población y a las embarcaciones para que busquen resguardo seguro.
Acordémonos todos los mexicanos de apoyar a los acapulqueños.
Sin turismo, actividad principal a la que se dedicaba la mayor parte de las personas, será muy difícil vivir en la ciudad. Y vayámonos acostumbrando a padecer cada vez más frecuentes las prolongadas sequías y los huracanes con alta capacidad destructiva, porque el cambio climático sigue avanzando sin que logremos, como planeta, detener el calentamiento global.