El maestro de la Facultad de Ciencias de la Comunicación, de la Universidad Autónoma de Nuevo León, fue un pilar en la enseñanza del conocimiento del lenguaje, gracias a su clase de Lingüística, de la cual era experto.
Con su semblante siempre serio, pocas veces sonreía, pero era como un pez en el agua dando cátedra de una de las materias más difíciles e importantes de la carrera.
Egresado de la FCC en 1980, nos tenía acostumbrados a escuchar de su boca mensajes objetivos, pero su mirada brillaba cuando se trataba de ayudar a través de la enseñanza, algo que siempre hizo.
“Yo no me quiero llevar los conocimientos, quiero transmitirlos a lo muchachos. Quiero servir, me gusta servir”, expresó el ganador estatal por su labor docente de 50 años.
A través del tiempo he entendido a los profesores que son “difíciles” y que detrás de esa rudeza al calificar, existe un amor a la enseñanza y al conocimiento que los hace ser inflexibles.
Lamentablemente, este año el mes de febrero perdimos un gran ser humano que sonreía con la mirada, aunque fuera poco expresivo con palabras, debido a que no resistió una cirugía para corregir un problema cardíaco.
Era tanto el amor que el doctor le tenía al lenguaje, que creó el café literario que se realizaba en distintas áreas de la facultad,
donde se exponían libros de literatura y se reconocía el talento de los autores, escudriñando de ellos frases e ideas.
Eso y más lo hacían un profesor extraordinario, ya que nos regalaba ese tiempo en el patio de la facultad para acercarnos a la literatura.
Su café literario nunca se detenía, lo veías en un rincón, luego en otro y después en otro; a pesar del sol, la lluvia y de cualquier inclemencia: siempre encontraba su espacio.
Los alumnos se aglomeraban alrededor del doctor Sergio de la Fuente, su nombre corto, cuando éste tomaba la palabra para expresar su amor a las letras y compartirlo.
No solo nos cedió a través de su enseñanza todos sus conocimientos que logró en su grado de doctor, también estoy segura que fue feliz haciéndolo, porque durante su estancia en la facultad fue imparable: gracias maestro!