Sólo los ingenuos se creyeron de la promesa de Enrique Peña Nieto de un nuevo PRI. Sólo los tontos fueron capaces de engañarse a sí mismos de que habría cambios en dicho instituto político para mejorar su imagen que le hizo perder la presidencia de México en el año 2000.
Desde el momento en que se rodeó de los grandes dinosaurios tricolores en las elecciones, Peña Nieto lanzó su señal muy claro de que le estaba tomando el pelo a los tontos. Y más todavía cuando esos mismos dinosaurios fueron premiados con nombramientos dentro de su gobierno y en otros cargos importantes, como en el Senado (Emilio Gamboa) y en la Cámara de Diputados (Manlio Flavio Beltrones, alias “Capulina”).
Total, no había que pensar mucho en que el viejo PRI regresaría por sus fueros, pues es imposible ver a un secretario de Energía (Pedro Joaquín Coldwell) que no es un técnico ni sabe nada de energía, y sí un político vivillo de los de antes que es dueño de estaciones de gasolina y cuentas millonarias derivadas de los buenos negocios que sabe hacer tanto él como su familia mediante el tráfico de influencias.
Y si seguimos repasando dónde terminaron otros dinosaurios basta con ver quién es el mero mero de la PGR y quién es el secretario de Educación Pública, además de por qué fue nombrado presidente del PRI César Camacho. Puro cartucho quemado pero con gran habilidad para manipular a las masas y maniobrar a favor de las mañas ancestrales que lo dejen en el poder otros 70 años.
Claro que todo lo quieren justificar con la promoción mediática de las reformas estructurales, a las que tanto se opusieron y obstaculizaron cuando esos mismos dinosaurios fueron oposición, aunque también hay que señalar el mal oficio político de los gobernantes del PAN y sus operadores en las cámaras.
Bien, pues hoy asistimos a otra iniciativa que nos alerta de la ambición del PRI para volver a ser el partido hegemónico y casi único como en los tiempos de la DICTADURA PERFECTA que remarcó el escritor Mario Vargas Llosa, a la que, igualmente, identificó como una DICTABLANDA, porque las mayorías ni cuenta se daban cómo el gobierno se la dejaban ir.
Claro que César Camacho se adorna con una consulta de la que ya sabe el resultado: Bajar de 500 a 400 las diputaciones de regalo, y elimiarlas en la Cámara de Senadores. Si ya sabe que la gente detesta a estos parásitos del sistema, cómo no esperar un SI rotundo cuando significa así un buen ahorro de lanota que se embolsan estos vividores que no saben ni legislar sino solamente levantar el dedo sin estudiar ni leer siquiera los documentos.
Lo que no dice Camacho es que Felipe Calderón propuso lo mismo en 2009 y fue el PRI el que se opuso rotundamente. Y se opuso porque atrás de esta medida está la trampa de que el que sale ganando con la baja en el número de representantes dizque populares es el partido en el gobierno. que puede perpetuarse con la mayoría que obtiene en las urnas.
Lo dicen los analistas más inteligentes como José Woldenberg pues afirma que sin los plurinominales es un premio al partido que obtiene mayoría de votos, misma postura que defienden otros politólogos que están de acuerdo en acabar con el despilfarro de dinero en las cámaras de diputados y senadores, pero buscando otra fórmula y no solamente la populista de César Camacho que así le ha entrado a la fila de las consultas ciudadanas.
Como escribió el periodista de Saltillo, Catón, ojalá se fueran todos de esos recintos, porque es lo que desean los ciudadanos, pero la consulta pública con la que busca el PRI reducir solamente cien de los diputados pluri y 32 de los senadores, también busca robarle impacto a la que los izquierdistas están cocinando para darle en la torre a la reforma energética.
O sea que César Camacho busca una jugada doble: que el gobierno controle con mucha facilidad ambas cámaras al obtener mayoría de votos, y a la vez apagar la euforia del PRD y de Morena acerca de los resultados de su encuesta en contra de la reforma energética..
En otras palabras, el PRI quiere volver al tiempo en que el tlatoani de México preguntaba: “¿Qué hora es?”, y todos a su alrededor contestaban al unísono: “La que usted diga, señor presidente” . Y la “línea” dominaba todo el escenario hasta consumar el rezo tradicional: “Hágase, señor, tu voluntad así en Los Pinos como en Palacio Nacional”.