Veo tu rostro y el amor me invade, soy presa de tu ternura, de tu inocencia y de la pureza de tu ser.
Porque puedes expresar más con tu mirada que con tus palabras, las que no hace mucho empezaste a pronunciar y que día a día van formando más oraciones.
Aún eres pequeño, pero el tiempo pasa rápido, apenas ayer eras un bebé indefenso que cabía entre mis brazos y que después se sostenía de mis manos para dar sus primeros pasos.
Eres fuerte, pero también dulce y noble, igual juegas a las luchas, matas insectos o te levantas tras una caída, que elogias el peinado de tu hermana y le das besos a mamá.
Me cautivas cuando quieres que te abrace, cuando me guardas un chocolate, me ofreces una papita o me invitas de tu paleta.
Me enamoras cuando me miras y me dices “mamá, tu eres muy hermosa” o al asegurar que, cuando seas grande como yo, vas a trabajar y a manejar un auto.
No hay nada más tierno que cuando elevas tus manitas y extendiendo tus deditos me pides que te de la misma cantidad de besos, ni cuando antes de irte a dormir me exiges un abrazo.
Para ti, mamá te ama porque te hace de comer, te baña, te da besos, te ayuda a hacer tarea, te peina y te viste para ir a la escuela y te lava los dientes; para mi el que tu lo notes es la más grande recompensa a mi papel de madre.
Hoy mamá es tu más grande amor, mañana no lo sé, crecerás y más mujeres llegarán a tu vida y está bien, pero en mi corazón atesoraré tus ojitos brillantes y limpios y la calidez de tus manos sobre mi rostro pidiendo que nunca te olvides que el amor que siempre tendrás será el de mamá.