Hoy no traigo un relato sobre quesos o aversiones raras a cosas que a todo el mundo le gusta comer, aunque de nueva cuenta, son jóvenes los que protagonizan la historia.
Dos chavos y una chava, que no pasaban los 21, platicaban y se reían, “seguramente cosas sin importancia, mensadas de esas que se dicen entre amigos y que sirven para perder el tiempo entre risas y desorden”, pensé.
Hasta que algo inevitablemente llamó mi atención por la naturaleza de las palabras.
Uno de ellos dijo “yo si utilicé a una chava, no era nada serio, era nomás así para un rato y ya; y si me llegó el karma”.
Pero no crean que la, no sé si llamarla confesión, iba acompañada de arrepentimiento, no, era más bien motivo de orgullo y una hazaña para presumir ante sus acompañantes.
Y la cosa no paró ahí, pues después ventilaría que, su novia, se puede decir que ya está prácticamente advertida sobre su naturaleza “conquistadora”: “yo ya le dije a mi novia, yo soy bien pu…”.
Así el joven con marcada altivez continuaba con su discurso que causaba risas, asombro, y bullas.
El otro joven se había reía y sus expresiones faciales mostraban sorpresa y podría decirse que quizás, hasta admiración.
La chica estaba de espaldas y no pude verla, pero tampoco escuché que dijera algo, solo se reía; y el autor de tan desagradables comentarios no reveló de qué manera le llegó el karma.
He leído muchos comentarios de que los jóvenes tienen una nueva mentalidad para muchos temas, que la toxicidad, actitudes negativas y demás ideas que no deben ser provienen de las personas con mayor edad, pero, ¿es realmente cierto?
Actualmente se pregona mucho la aceptación de la libertad para poder decidir lo que se quiera hacer, con quien estar y como estar, y se supone que juzgar a los demás por la manera de relacionarse es obsoleto.
Está además decir que el estereotipar a una mujer por dar “el siguiente paso en la relación” está “out” y además, “no es de caballeros” (término que he escuchado decir “es del siglo pasado).
Aunque no se puede echar a todo el mundo en el mismo costal por la acción de unos cuantos, o en este caso, de uno, es una clara muestra de que, aún con lo mucho que se pregona el cambio de mentalidad, no ha terminado de aterrizar del todo en pleno 2024.
