El PRI está engolosinado con el oficio político de Enrique Peña Nieto. Los logros del primer mandatario de la nación en cuanto a las reformas estructurales están a la vista. El glamour internacional ha cubierto los alcances del slogan oficial: “Mover a México”.
Falta que los beneficios de estas reformas estructurales lleguen al pueblo-pueblo.
Falta que el festín político de Los Pintos se traduzca en provechosas migajas, cuando menos, para los más pobres. Falta aterrizar en la realidad tanta teoría que, como quiera, no hubiera sido posible sin el concurso de las grandes fuerzas políticas convocadas en el Pacto por México.
Es cierto que algunas de esas reformas estructurales las empujaron los gobiernos del PAN hace años. Y es cierto que el PRI se opuso a todo con un NO rotundo. Pero ni Vicente Fox ni Felipe Calderón tuvieron el acierto de la negociación como sí la consiguió Peña Nieto en un abrir y cerrar de ojos.
Por eso llama la atención que el PAN se encandiló con la reforma energética, a la medida de sus patrones, aunque se haya enfurecido la izquierda mexicana, pero el partido albiazul se encabritó con la reforma fiscal y se quedó con su coraje porque la aprobó comedidamente el PRD, para solaz y esparcimiento del PRI.
Sin embargo, México corre el riesgo de caer de nuevo en el presidencialismo autoritario por esa capacidad del gobierno en turno para hacer ver color claro lo que está teñido de oscuro, y por contar con la aprobación de una gran mayoría para que tantos ingenuos sigan soñando con las reformas estructurales sin saber siquiera en qué consisten y cuándo harán que lleguen sus benditas promesas a los bolsillos de la gente.
Y da miedo ese presidencialismo autoritario, porque ya lo vivimos a plenitud con el PRI hegemónico y casi único durante décadas, por falta de una oposición férrea y valiente. Y más miedo da porque otra vez el Tricolor se está quedando solo al vivir pleitos internos y desviaciones de principios los principales partidos que podrían hacerle contrapeso: EL PRD Y EL PAN.
De ahí que habrá que estar muy alertas a los signos de los tiempos ahora que ha empezado el año político, con un INE muy cuestionado por la cercanía de algunos de sus miembros con el partido gobernante. Y habrá qué ver hasta donde llega el llamado Dedo Ungidor de Peña Nieto tan goloso también del “Tú lo serás” en las campañas por venir.
Desafortunadamente hay pruebas de lo que decimos, porque, por ejemplo, en Nuevo León, el candidato a gobernador parece ser un miembro del gabinete presidencial: Idelfonso Guajardo porque así lo quiere Peña Nieto. Y también porque el INE nombró presidente del Consejo Estatal Electoral a Mario Alberto Garza Castillo, subdirector de la facultad de Derecho de la UANL y empleado directo de Manuel Acuña, director de dicha escuela y COMPADRE de Miguel Ángel Osorio Chong, nada menos el Secretario de Gobernación.
Ya ni le despistan. Y por eso hay sospechas de que al dominar el PRI los órganos electorales, se nos aparezca el fantasma del autoritarismo presidencial que parecía ya nos habíamos espantado. Por eso habrá que estar muy alertas por el negro recuerdo de aquella época que tanto daño le hizo a la democracia mexicana.
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