Reynosa, Tam.-
Con una forma de media luna de 2 mil 550 kilómetros de largo, por unos 69 kilómetros de ancho, frente de las costas de Filipinas y al norte de Papúa Nueva Guinea (en el océano Pacífico), se localiza uno de los sitios más enigmáticos del planeta.
La Fosa de las Marianas es considerada la zona honda más espectacular del mundo. De acuerdo con oceanógrafos tiene un lecho marino de 10 mil 994 metros, pero en las entrañas de esa misma depresión ultramarina, al extremo sur, existe otro sitio con aún mayor profundidad: El Abismo del Challenger desciende asombrosamente hasta los 11 mil 43 metros.
Para darse una idea esta colosal concavidad a menudo es comparada con el monte Everest, la montaña más alta del mundo, que mide 8 mil 849 metros, aunque a decir verdad, se requiere aún mucho más que este nevado para poder superarla.
A la gran montaña que comparten China y Nepal hay que sumarle otros 2 mil 194 metros. Es algo así como agregar la elevación total del Monte Sinaí; o bien, poner una sobre la otra el tamaño de unas 37 torres Eiffel de Francia, o unos 13 Burj Khalifa, el edificio más alto del mundo.
Para los exploradores y documentalistas ambas grandezas naturales son por sí solas fascinantes, pero una cifra que puede resultar interesante es que uno a uno cada metro el Abismo del Challenger y el Everest alcanzan los 19 mil 892 metros. Una precisión de hasta 20 kilómetros entre el lugar más profundo y el más alto de la tierra, que es exactamente la misma distancia entre los polos norte y sur.
Si esto ya de por sí resulta sorprendente, hubo un hombre que se atrevió a ir a ambos extremos:
El ex militar y excursionista texano, Victor Vescovo, no sólo es famoso por haberse convertido en uno de los primeros turistas espaciales de la historia, sino también por conquistar los dos sitios más recónditos de la Tierra.
El 24 de mayo de 2010 hizo cumbre en el Everest y nueve años después consiguió la meta de mayor profundidad. En 2018 Vescovo lanzó la expedición Five Deeps para sumergirse en las zonas más profundas de los océanos, timoneando un submarino de 50 mil dólares (alrededor de un millón de pesos).
En 2019 finalmente realizó una inmersión en el Abismo del Challenger, donde batió los récords mundiales y lo hizo dos veces, encontrando nuevas especies de animales marinos y desechos plásticos hasta lo más hondo del planeta, lo cual es considerado como una de la mayores hazañas alcanzadas por el ser humano.
Justamente ahí, hasta lo más bajo el agua ejerce una presión de 1.086 bar, que es un millar de lo normal, mientras que la temperatura oscila entre los 1 y 4 grados centígrados.
En la década de los cincuenta se pensó utilizar este punto de la Tierra como vertedero de basura nuclear, pero se descubrieron especies marinas que echaron por la borda el intento.