Alrededor de 2 mil 500 personas pasan a diario por el centro de visitantes ubicado junto a la “zona cero” con el propósito de conocer más detalles de la tragedia que vivió Nueva York hace siete años y rendir homenaje a las víctimas.
Tras los atentados del 11 de septiembre (11-S) , el área donde se ubicaba el complejo del World Trade Center se convirtió de inmediato en un lugar de peregrinación para turistas, deseosos de observar de cerca un lugar que quedó grabado en la memoria de todos.
En la víspera del séptimo aniversario de los atentados y habiendo recuperado esa zona del sur de Manhattan el bullicio habitual, miles de turistas siguen recorriendo a diario los alrededores del solar, de casi 6.5 hectáreas de superficie, en el que se ubicaban las Torres Gemelas y otros edificios destruidos.
Algunos aprovechan la ocasión para visitar el Tribute WTC Visitor Center, en el 120 de la calle Liberty, un espacio que en el momento de la catástrofe ocupaba un local de comidas y desde el que se prestó gran apoyo al personal de emergencias que trataba desesperadamente de localizar víctimas entre los escombros.
Ben Urizar, nacido en Guatemala y director de mercadotecnia del centro, explicó en entrevista que el centro se abrió para ofrecer a los familiares de las víctimas un lugar donde pudieran rendir tributo a sus allegados.
“Pero, al mismo tiempo, se vio el interés que tenía el visitante o turista por saber más de los acontecimientos”, agregó.
El centro debe su existencia a la Asociación de Familias del 11 de Septiembre, que quiso habilitar un lugar en recuerdo de las víctimas y también para la reflexión y un mejor conocimiento de lo ocurrido aquel día, hasta que el Museo y el Memorial previstos para el nuevo WTC se hicieran realidad.
Abierto en septiembre de 2006, está organizado en cinco salas, que dan idea de la vibrante actividad que generaba el WTC antes del ataque y de cómo se vivieron, dentro y fuera de las Torres Gemelas, los impactos de los dos aviones en los edificios.
También se explica la participación de miles de personas en las labores de rescate y los cambios que, a nivel personal, suscitó el 11-S en miles de personas.
La sala que alberga la relación de nombres de las víctimas y numerosas fotografías de ellas, que ilustran en muchos casos momentos felices de unas vidas truncadas por el terrorismo aquel 11-S y en el atentado anterior del 26 de febrero de 1993, es sin duda la más conmovedora, como lo denota la presencia de varias cajas de pañuelos de papel al alcance de los visitantes.
Urizar señaló que, con el paso de los años, ha crecido el interés entre los numerosos extranjeros que visitan la ciudad por saber más de aquella terrible experiencia que vivieron tantos neoyorquinos.
En los primeros cuatro meses de existencia del centro pasaron por el mismo unas cien mil personas y ahora “hay un flujo promedio de unos 2 mil 500 visitantes diarios”, de forma que, según Urizar, pronto habrán visitado el centro cerca de 700 mil personas.
El centro muestra objetos personales de algunas víctimas y otros más espectaculares, incluido una pieza del fuselaje de una de las aeronaves con el marco de una ventana o un trozo de una viga de acero retorcida recogida entre los escombros.
Uno de los mayores alicientes del centro es que la trágica experiencia del 11-S está narrada en primera persona y por gente común, tanto en los documentales que se proyectan como por grabaciones de bomberos que acudieron a auxiliar a los atrapados en las Torres.
Familiares de víctimas, personas que intervinieron en labores de rescate y otras que vivieron de cerca la tragedia actúan como guías voluntarios de grupos que recorren el entorno de la zona cero.
Urizar afirma que, a nivel personal, lo que más le impresiona es que todos los que participan tienen una historia que contar.
Discussion about this post