Monterrey, N.L.-
Un grupo de estudiantes y algunos profesores del Tecnológico de Monterrey se dieron cita ayer por la tarde en el Jardín de las Carreras del Campus, para tener un encuentro con Alfonso Reyes, quien estuvo presente en el 24 aniversario de la Cátedra que lleva su nombre.
Ana Laura Santamaría, directora de la Cátedra Alfonso Reyes, entrevistó al regiomontano universal gracias a que el actor Pablo Luna Álvarez, de la Percha Teatro, personificó al poeta, humanista y diplomático, hijo del general Bernardo Reyes.
Además, el encuentro se realizó en el marco del 80 aniversario de la institución educativa fundada en septiembre de 1943 por don Eugenio Garza Sada.
“Usted todavía vivía, usted murió en 1959, pero entonces usted vivía entre la Ciudad de México y Cuernavaca, pero seguramente escuchó hablar de esta universidad tan importante”, le dijo Santamaría al invitado de honor.
Por su parte don Alfonso recordó: “Este muchacho Eugenio Garza Sada siempre mirando al futuro, muy emprendedor este muchacho; y claro, claro que escuché de hablar esta universidad, y de hecho pensé que cuando era joven hubiera estudiado aquí y hubiera sido `chico Tec ´ yo también, pero me fui a los 17 años a estudiar a la Ciudad de México.
“Cuando llegué allá, mis amigos y yo teníamos reuniones, les llamábamos tertulias y ahí nos poníamos a discutir sobre literatura y filosofía; éramos muy intensos, nosotros defendíamos y creíamos en el derecho al arte”, señaló en referencia al Ateneo de la Juventud.
Para hacer una dinámica con los asistentes, Santamaría hizo preguntas relacionadas a este periodo de la vida de don Alfonso y quienes participaron obtuvieron libros, cortesía de la Cátedra Alfonso Reyes.
Otro momento que fue clave en la historia de este célebre personaje, fue la muerte de su padre, el general Bernardo Reyes.
“La muerte de mi padre me dolió mucho, de hecho, tardé en poder escribir algo para él, pasaron algunos años y pude escribir algunos sonetos y una oración que quiero compartir con ustedes”, y leyó la “Oración del 9 de febrero”.
No podía faltar el poema “Sol de Monterrey”, y al terminar el encuentro, los presentes cantaron las mañanitas y disfrutaron del pastel que se ofreció con motivo del festejo.