México, D.F.-
El 10 de abril de 1912, el Titanic abandonó el puerto de Southampton, Inglaterra, con rumbo a Nueva York. Cinco días después se hundió en las aguas del Atlántico, que se convirtieron en el cementerio de más de mil 500 personas y del barco al que la prensa consideraba “prácticamente insumergible”. La noticia conmovió al mundo, que comenzó a rodear el misterio sobre el hundimiento con rumores y teorías, con villanos y héroes.
Era el principio de una leyenda.
El primer viaje del Titanic era el último del capitán Edward John Smith quien, a sus 62 años de edad, parecía estar listo para retirarse. Tanto él como el dueño del barco, J. Bruce Ismay, querían que fuera un viaje perfecto. A bordo del buque viajaban unas 2 mil 228 personas, según los recuentos más aceptados, entre tripulantes y pasajeros.
Todo marchó bien hasta la noche de 14 de abril. Los oficiales en el Titanic habían recibido advertencias sobre la existencia de icebergs en la zona. Smith, quien ese día fue homenajeado con una cena en su honor por los pasajeros de primera clase, dejó instrucciones al primer oficial, William McMaster Murdoch, de estar atento. Y se fue a dormir.
El Titanic estaba a la altura de la isla de Terranova, en el Atlántico.
A las 11:40, Frederick Fleet, primer vigía, lanzó un grito: ¡Iceberg al frente! Era el principio de la pesadilla.
Lo que ocurrió a partir de ese momento se sabe por los testimonios de los poco más de 700 sobrevivientes, pero también por las investigaciones que han hecho expertos desde entonces. El hallazgo de los restos del Titanic, en 1985, sirvió para comprobar algunas teorías, tanto como para renovar el interés por él.
Al escuchar el grito de Fleet, Murdoch habría dado la orden de parar el barco. Pero el iceberg estaba demasiado cerca y chocó contra el Titanic y le abrió una brecha en la línea de flotación en el estribor de seis secciones. El barco comenzó a llenarse de agua de inmediato.
Los sobrevivientes fueron rescatados cuatro horas después.
El choque era inevitable, dada la velocidad a la que iba el barco y la corta distancia que lo separaba del iceberg. Sin embargo, los expertos coinciden en señalar que si el Titanic hubiera chocado de frente, el daño quizá habría sido menor, o por lo menos el buque hubiera tardado más en hundirse.
La tragedia también creó a héroes y villanos.
Uno de los más reconocidos es el diseñador del Titanic, Thomas Andrews, quien al darse cuenta de que el buque naufragaría ayudó cuanto pudo y se hundió junto con su más grande orgullo.
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