A ocho horas de la final olímpica en la prueba de plataforma de 10 metros, Paola Espinosa camina tranquila por las instalaciones del “Cubo de Agua”. “Las chinas no son invencibles”, dice.
Por la noche comprueba su error de apreciación; al menos a la anfitriona Roulin Chen es casi imposible ganarle, y más aún cuando se muestra ante su público, en casa. Ella deja una imborrable impresión entre los asistentes al Centro Nacional Acutático de Beijing.
Para competir con la reina de la plataforma hay que estar cerca del 10. Y Paola está muy lejos de esa calificación.
Chen cierra su actuación con un clavado de dieces y 9.5 que provoca el alarido en las tribunas, un salto que la catapulta a la posición de honor en el podio olímpico, del que la canadiense Emile Heymans se sentía ya casi dueña en la cuarta serie.
Desde la ronda semifinal, celebrada por la mañana, se veía que la competencia por las medallas se centraría entre Chen, Heymans, la también china Xin Wang, y Paola Espinosa.
Sin embargo, el mejor clavado de la mexicana, el más complejo, pero también el de mayor puntuación y que podría darle la confianza y la inspiración necesarias, termina por condenarla en la competencia de su vida.
Es la tercera ronda. Paola se encuentra en la cuarta posición. Requiere de un buen lanzamiento para mantenerse en la pelea y a la espera de que las contendientes puedan cometer un error.
Se para la clavadista en la orilla de la plataforma. Es un salto de tres y media vueltas de holandés en posicion C. La concentración es total. Entra arqueada al agua. Falla en la ejecución. Se va a la quinta plaza.
“No sé, digo, algunas veces te va bien con los jueces; otras mal. El clavado no ha de haber sido el mejor, pero me siento contenta porque no fallé nada”, señaló la mexicana.
Lo peor está por venir. Las estadísticas indican que, al menos durante 2008, en las competencias en que no metió “su mejor clavado”, tampoco pudo ganar medalla. La misma historia se vivió en Florida y Montreal. Se repitió en Beijing.
A partir de la tercera ronda, el tiempo transcurre lento, entre confusión y nerviosismo.
Paola se mantiene en el cuarto sitio, pero cada vez más lejos de las medallas. Sin embargo, la también mexicana Tatiana Ortiz ha ido de menos a más. Y del último lugar que ocupa en la segunda ronda, pasa al 9, al 7, al 5. Tiene un cierre fenomenal, pero tampoco es suficiente para acceder al podio.
“Estoy satisfecha de todo lo que logré: llegué a dos finales y regreso a México con una medalla”. Tatiana luce radiante. Está convencida de haber superado con creces las expectativas que con ella se tenían en la prueba individual de plataforma.
La competencia se centra entonces entre las chinas Roulin Chen y Xin Wang; además de la canadiense Emilie Heymans. Para ellas está destinado el podio. La repartición de medallas se define hasta el último clavado.
Roulin Chen mete un salto casi perfecto que borra cualquier duda. Es la dueña del oro, con 447.70 puntos. Es la reina de la prueba.
Para Heymans es la plata (437.05). Wang está feliz con el bronce (429.90).
Paola Espinosa (380.95) y Tatiana Ortiz (343.60) aparecen en la cuarta y quinta posiciones, respectivamente, en el tablero electrónico. Se despiden de los Juegos Olímpicos con una medalla de bronce compartida.
¿Cumplieron? Tatiana sí. Paola era una de las máximas esperanzas de México en pruebas individuales.
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