Es imperioso reconocer que el cobro de un tiro de esquina es una de las jugadas que más compromete la integridad física y emocional del portero, principalmente cuando se ve obligado a despejar el balón con un puñetazo que lo aleja de la portería. También se debe saber, para evitar decepciones posteriores, que esta acción del despeje con los nudillos, evita que la meta sea vulnerada, aunque solo temporalmente, porque el equipo contrario volverá a orquestar ataques una y otra vez a lo largo del partido, para incordiar al siempre sufrido guardameta.
Por lo anterior se exponen aquí las Instrucciones para el desempeño del arquero en el cobro de un tiro de esquina:
1. El silbante marca el corner, con lo que inicia un breve drama en la cancha. A esta situación se le denomina peligro de gol. Es indispensable que el portero grite ostensiblemente un juramento a sus compañeros, cuando el balón rebase la línea de meta. Nadie puede reprocharlo ni pedirle que calle su maldición, debido a que se cierne sobre el arco una amenaza potencial. Es sabido que el gol en contra, aunque caiga por una torpeza del defensa, será siempre facturado a la cuenta del encargado de vigilar la cabaña de hilos.
2. Mientras el cobrador se aproxima a la esquina, para servir el ollazo, el portero debe seguir dando voces a sus compañeros. En la mayoría de las ocasiones, los gritos son inútiles, pues es difícil conseguir que los defensas marquen, con la puntualidad que demanda el golero, a un montón de atacantes que se mueven descontrolados como hormigas en torno al manchón de penal. Sépase que los gritos del portero sirven, más que para dar órdenes, para aligerar los nervios.
Los compañeros y los rivales con agudo sentido de la percepción, verán que durante el minuto que dura la jugada, una fina película de sudor cubrirá su frente. Nadie debe alarmarse: la sudoración en estos casos no es aviso de infarto, es sólo el alma del arquero que está en alerta máxima.
3. Los cánones indican que el portero ataca el balón de atrás hacia adelante, saliendo a su encuentro. Por eso debe colocarse cerca del segundo poste, lo que le permite obtener una visión periférica de la escena. Nadie debe extrañarse de sus movimientos nerviosos y sus voces. Da pasos hacia adelante y hacia a atrás, a los lados, levanta los brazos, y vocifera. De los 22 jugadores que hay en la cancha, es el que está en la posición más vulnerable. Por unos instantes, el universo entero gira a su alrededor.
4. Los científicos han comprobado que el tiempo del trayecto de la esférica, pateada desde la esquina hacia la zona de remates, es de aproximadamente un segundo y fracción, dos a lo máximo. Es, en ese instante, que el corazón del portero se acelera al mil.
Se deben considerar factores atmosféricos que influyen en el cobro:
a) A nivel del mar. Jugando en estas condiciones, en una cancha que esta construida a unos 500 metros de altitud, el balón viaja a una velocidad normalizada, con estándares a los que se acostumbra la mayoría de los jugadores en México. El portero puede calcular con normalidad la elipsis y hacer la intercepción conj una rutinaria salida.
b) Sobre el nivel del mar. Los futbolistas saben que, en condiciones como las de la Ciudad de México, donde la elevación es de 2 mil 200 metros, el balón viaja más rápido. Por motivos de la aerodinámica el aire se hace menos denso, y ofrece menor resistencia para la pelota. Además, porque hay menos presión atmosférica, la bola se endurece y rebota con mayor viveza.
5. Se debe remarcar que cuando sale el portero en busca del balón es para atraparlo. Sin embargo, cuando el área está congestionada de jugadores del mismo equipo o del rival, el engarce puede complicarse. Eso no se sabe, hasta que balón está en el aire. El meta puede, por ejemplo, ir por la pelota, pero delante de él, se encuentra su compañero de equipo, Lico, el lateral de la izquierda, que no quería perder la marca del central de los rivales, al que iguala en estatura. El portero no puede decirle, algo así como: “Lico, por favor, apártate, porque me impides atrapar la pelota”. No hay tiempo. Entonces el guardavalla debe de usar el recurso del despeje de puños. Es indispensable que dé un golpe con furia y con un grito salvaje de ataque. La jugada se viste con maravilloso colorido si, en el camino, atropella a un rival, goleándolo con la cadera en la nuca o en el pecho, lo cuál es perfectamente permitido por el reglamento, pues a estos movimientos se les concede la denominación de gestos de protección.
6. No está de más repetirlo: el portero ataca el balón de atrás hacia adelante. La reiteración es porque, en ocasiones, más frecuentes de lo que se espera, el portero falla en la salida o, como se dice comúnmente, se vuela. Hace un cálculo erróneo de trayectorias o porque el factor
b), antes citado, entró en acción. Entonces, peligrosamente hace el recorrido erróneo, de adelante hacia atrás, buscando hacer contacto para desviar el centro e impedir que la rematen a la puerta que, en automático, está desguarnecida. Si el desenlace es de gol, el arquero queda en ridículo y tendrá que jugar el resto del encuentro atormentado por la culpa, lo que puede inducirlo a más pifias.
7. Pero si la salida es atingente, el arquero levanta las dos manos y, con la rodilla por delante, para protegerse, atrapa la esférica, anotándose un pequeño triunfo en la jugada. Aunque algunos cronistas desconocedores dirán que capturó el globo porque el cobro fue mal ejecutado, la mayoría de las veces, el peligro sobre la cabaña se conjura porque el cancerbero hizo un buen recorrido, midió bien la velocidad del aire, zigzagueó entre compañeros y llegó con justo cronómetro a la cita con la esférica.
8. Para que la jugada termine con pulcritud, el portero debe fijar los dos pies en la tierra y, en un mismo movimiento, con el balón bien fijo sobre el pecho, procederá a caer de hinojos y luego desmayar el torso hacia adelante, para asegurarla con sobreprotección. Como nadie puede tocarlo en esa posición, tirado aún levanta la vista para ver a su alrededor, mientras contrincantes y compañeros corren a la media cancha, esperando que se levante y despeje.