Estuve como pujador en la subasta a beneficio de los 105 balones de André Pierre Gignac, cifra histórica para el club Tigres con la cual superó los 104 de Tomás Boy, organizada por la Casa Gimau en un hotel de San Pedro Garza García.
Para mi sorpresa fui el único periodista de Monterrey y del país presente esa anoche del 22 de febrero y, por una cláusula firmada, no pude dar detalles del desarrollo del evento en tiempo real. Solamente me limité a publicar fotos mías en mi perfil de Facebook.
Antes de la pandemia había asistido a mi primera subasta de Gimau sobre objetos que pertenecieron a Luis Donaldo Colosio y su esposa Diana Riojas.Y sabía el caminito para hacerme presente y, por qué no, pujar levantando la paleta para intentar ganar uno de los balones.
En aquella ocasión me hice de varios libros y algunos otras pertenencias -sin gastarme parte de una fortuna que no tengo-, de los finados padres del actual alcalde de Monterrey y que regalé a amigos personales y clientes de Hora Cero del mundo político.
Para entrar a la subasta de Gignac debía depositar 10 mil pesos a una cuenta y, en caso de no ganarme un balón, Gimau me regresarían 8 mil y los 2 mil restantes se quedarían para la causa benéfica. ¡Claro que me gustó el acuerdo!
Esa parte altruista del jugador francés me gusta y me consta: una vez firmó una playera de Tigres que regalé a un gran amigo antes de que muriera de cáncer, Bernardo Latorre Vivas, aficionado del equipo felino y que conservan su viuda Mariza y su único hijo Bernardo Jr.
El otro caso fue cuando el hermanito de una gran amiga de mi hija Andrea, con limitaciones físicas, soñaba con conocer a Gignac antes de un partido de futbol y jugando en la cancha.
Y el sueño se le cumplió gracias a la directiva. Lástima que Tigres perdió.
La salida del goleador galo por el túnel del estadio para pisar la cancha, y detenerse frente al niño en silla de ruedas para cruzar unas palabra con él y su papá, me confirmaron que el jugador cumple con esa faceta humana con naturalidad. Gignac no actúa.
La noche de la subasta de los 105 balones forrados con arte huichol más el del gol 122 con el cual rompió el récord de Humberto ‘Chupete’ Suazo como el máximo rompe redes de Nuevo León, el francés no quiso prensa adentro y siempre se mostró accesible para niños y adultos que querían una foto o un autógrafo.
Iba y venía en el amplio salón caminando y corriendo sobre la alfombra del salón del piso 7 del Hotel Safi Metropolitan; levantaba la paleta varias ocasiones para pujar por un balón en especial, pudiendo llevarse todos por su capacidad económica, e iba a saludar personalmente a los ganadores.
La noche se prolongó hasta pasada la medianoche y, cuando me tuve que salir antes, el delantero de Tigres seguía ahí.
No se quería perder de esa gran evento a beneficio de cinco instituciones de Nuevo León donde se recaudaron más de 10 millones de pesos. Calculo que fueron hasta 15 millones, fácil.
Y si alguien me pregunta: ¿te ganaste uno de los 105 balones? -obviamente no el del gol 105 por el que un señor pagó un millón de pesos-, la respuesta se las dejo en puntos suspensivos…