El Abierto Monterrey ha sido el lugar en el que durante 15 años mis dos pasiones han interactuado de manera armónica.
El tenis y el periodismo han sido parte de mi vida desde que tengo memoria, el primero un hobbie que se convirtió en profesión y el segundo una profesión que a estas alturas estoy disfrutando.
Desde antes de que empezara el Abierto yo ya estaba inmerso en el tenis, primero practicándolo y después viendo cómo mi familia “caía” en el gusto por este fascinante deporte haciéndose practicantes y fanáticos de tenistas.
Fue en 1990 que empecé mi camino en el periodismo y ahí mis dos pasiones empezaron a convivir en un solo sentimiento que hasta hoy en día continúa intacto.
En esa década recuerdo el impulso que le di al tenis por medio de notas publicadas en el periódico El Norte siguiendo a jugadores que en ese momento destacaban en infantiles y juveniles y después probaron en el profesionalismo como Enrique Abaroa, Melody Falcó, Daniel Garza, Rafael Rangel, Fernando Sierra, y otros.
También acompañé a Eduardo Vélez en su segundo intento por regresar después de su lesión, que coincidió con el inicio de los torneos Challenger varoniles en el Sierra Madre Tennis Club en 1993.
Fue cuando conocí a Hernán Garza Echavarría, un aguerrido promotor de tenis que me contagió su entusiasmo y amor por este deporte y que me enseñó que al hacer lo que te gusta estás en el lugar adecuado para trascender.
Fueron pocos años los que duró este Challenger pues la crisis llamada “error de diciembre” de 1994 terminó por desaparecerlos.
Pero Hernán no se dio por vencido y una vez más siguió intentando traer tenis profesional a Monterrey, y desde ese momento tuvo un aliado que al igual que él quería darle a la Ciudad un espectáculo de primer mundo, tal vez en un círculo pequeño como es el tenis, pero que necesita el mismo esfuerzo que cualquier otro evento.
Recuerdo las pláticas y los cafés qe nos tomamos, él contándome los avances en las negociaciones y yo pensando como plasmarlo en el periódico para de alguna manera darle impulso al proyecto.
Fue así que algún día de principios del 2008 me habló emocionado para contarme que le habían hablado de la WTA para ofrecerle un torneo de 100 mil dólares y que pronto lo iban a anunciar.
Mis colegas periodistas saben que es mucha tentación tener información privilegiada que puede convertirse en una nota exclusiva, sin embargo, el amor al proyecto pudo más y dejé pasar esa primicia.
Del 2009 al 2016 el Abierto formó parte de mi doble pasión, por un lado asistiendo como espectador y por el otro planeando la cobertura.
Fue en el 2017 cuando me uní al equipo del Abierto, un paso natural de alguna manera, pues el torneo ya vivía en mí desde antes.
He hecho contribuciones, no sé si pocas o muchas, tal vez otros miembros del equipo han hecho más que yo para que el Abierto crezca, se consolide y este año llegue a su 15 aniversario, pero lo que sí es seguro es que estoy en el lugar que quiero, en el que mis dos pasiones se juntan.