Vicente Nario, al igual que miles de nuevoleoneses sufren el “día a día”, pero se surten de energía el saber que viven en la colonia Independencia, un nombre muy de moda y presume ufano: “ es que se celebran los festejos de mi tocayo el Bicentenario”.
Día a día sale de su casa muy de madrugada para alcanzar el primer camión que circule sobre la avenida Nuevo León y lo lleve hasta la fábrica de vidrio, en la que labora desde hace varios años.
Para Vicente y su familia, nada como salir a pasear a la Macroplaza, deambular por la Plaza Morelos, para degustar los algodones, los garampiñados, los elotes en vaso, pero sobre todo comprar algunos globos multicolores para su heredero y orgullo de su nepotismo: “Chente Nario”.
Con orgullo lo dice a los cuatro vientos: ¡Chente va a salir mejor que su padre! Y ufanamente lo recalca, por eso “vivimos en la colonia Independencia, mis hijos estudian en la Escuela Benito Juárez, y juegan en la Unidad Deportiva Revolución”.
Pero como dijera el maestro de la salsa, Willy Colón, en la historia de Pedro Navajas: “La vida te da sorpresas, sorpresas te da la vida”; de repente y casi sin darse cuenta, su vida comienza a dar un giro de 180 grados, de lado a lado…
Vicente no termina de asimilar en qué momento, su familia, su escuela, su vida… sus sueños; fueron secuestrados por una minoría, cuya gran fortaleza fue el conocer las grandes debilidades de todos los demás.
Y aunque se esfuerza noche tras noche, sigue sin entender, en qué momento una “minoría ridícula” secuestrò a una inmensa y silenciosa mayoría, la cual no sabe reaccionar ante la ausencia de liderazgos sociales y políticos visibles.
Abrumado, confirma que los poderes fácticos se han adueñado de las escuelas, las calles, de los comercios, de la industria… del Gobierno.
Desconsolado se pregunta: ¿Ahora que comiencen las peregrinaciones para celebrar como buenos mexicanos las festividades de la Virgencita de Guadalupe, tampoco podremos salir a la calle por miedo a que nos vayan a asesinar?
¿Tampoco podremos andar lanzando cohetes para que los demás se enteren de que millones de mexicanos estaremos celebrando el cumpleaños de Nuestra Patrona, por temor a que la gente se asuste y salga corriendo pensando que es una balacera?
¿O peor aún, menos pensar en la posibilidad de invitar a todos los vecinos y compañeros de la fábrica a que nos acompañen a la peregrinación, porque pueden creer que se trata de un bloqueo organizado por la mañana?
¿Y todos mis vecinos de la Indepe que esperaban con ansia la llegada del 12 de diciembre para poner sus puestos de champurrado y churros, cómo le van a hacer?
¡Qué caray!, creo que ahora hasta extrañaremos las voces chillonas de los merolicos que gritaban a diestra y siniestra las gangas de la ropa de segunda que traían de Moroleón y Chinconcuac.
Vicente y su hijo Chente, de los Nario, orgullosamente mexicanos, jamás entenderán en qué momento, los mexicanos dejaron de creer en sus raíces y dejaron de ver hacia el futuro, y siguen atorados en los terrores del presente, pero eso sí, siempre añorando las glorias del pasado.
Y para alegrarles la vida, doña Josefa Ortiz, esposa de Vicente Nario, orgullosa le dice: ¡pa’ Glorias, las de Linares, mondao!
joseluiscarrillo@yahoo.com.mx
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