China desarrolla gestiones ante países amigos para impedir que el líder espiritual tibetano Dalai Lama los visite, reconoció el embajador de ese país en Costa Rica, Wang Xiaoyuan, en declaraciones publicadas hoy por el diario La Nación.
“El embajador de China en el país (.) admitió ayer que su gobierno intercede ante los países amigos para evitar que el líder espiritual del Tíbet los visite para propagar su mensaje político”,
señaló el diario.
Wang planteó, según el matutino de circulación nacional, que el Dalai Lama no es sólo una figura religiosa sino también política que promueve campañas para lograr la separación definitivamente del Tíbet de China.
“Estamos en contra de que el Dalai Lama realice actividades internacionales políticas en todas partes del mundo”, dijo el diplomático, de acuerdo con la breve versión periodística titulada
“Embajador admite gestión para impedir visita del Dalai”.
“Por eso siempre hacemos gestiones ante todos los gobiernos donde va a viajar el Dalai Lama”, agregó Wang.
Las declaraciones de Wang fueron publicadas 10 días después que el presidente de Costa Rica, Oscar Arias, explicó que solicitó al Dalai Lama dejar sin efecto la visita que proyectaba realizar en octubre próximo a este país.
De acuerdo con Arias, el dirigente tibetano participaría en una reunión de laureados con el Premio Nobel de la Paz, pero la cita se canceló por el costo elevado que implicaba y se consideró la
posibilidad de llevarlo a cabo el año próximo.
Sin embargo, la Asociación Cultural Tibetana-Costarricense (ACTC) refutó la explicación de Arias y consideró que la presencia del Dalai Lama en Costa Rica impediría la programada visita del presidente chino Hu Jintao a este país.
El Dalai Lama, en el exilio desde el abortado levantamiento contra el dominio chino en el Tíbet en 1959, recibió el Premio Nobel de la Paz en 1989, dos años después que Arias, por su persistente resistencia y lucha por la autonomía tibetana.
Es considerado por los tibetanos como la reencarnación viviente de Buda, y su lucha no sólo es por la independencia del Tíbet, sino por la instalación de una “autonomía genuina” para proteger su religión, idioma y cultura.
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