Para decirse “indignado”, el panista Felipe Calderón debería conocer a fondo el gran significado de la palabra “dignidad”. Veamos por qué.
La dignidad, o «cualidad de digno», se define como una derivación del adjetivo latino dignus y ancestralmente ha tenido una traducción de «valioso».
Muy bien, digo yo, que el presidente de la República, haya por fin entrado al carril del análisis racional y haya usado el término “indignado” para autocalificar su estado de ánimo, porque a los mexicanos nos abrió la puerta del campo del análisis para tasar su gobierno con ese rasero que el caso Walmart nos ha hecho el favor de aprovisionarle.
Veamos: Auto calificado como “indignado”, Felipe Calderón que mensaje nos envía?
Si la “dignidad” hace referencia al valor inherente al ser humano en cuanto a que es un ser racional dotado de libertad y poder creativo, pues un panista como Felipe Calderón, nos deja ver que percibe que ha empeorado su vida mediante la toma de decisiones equivocadas y ha cometido abusos en el uso de su libertad.
Si en términos de “valores”, existe la tendencia a afirmar que el ser humano posee dignidad por sí mismo, significa que aquel que siente indignación, avizora que factores o individuos externos, le han privado de ella.
Lo curioso es que haya sido un caso de corrupción recurrente, concatenado, continuo, discreto, subterráneo y soslayado, lo que lo hizo “indignarse”.
Felipe Calderón, el panista, no había manifestado estar indignado, ni al tener conocimiento que 60 mil mexicanos murieron a causa de su aberrante pretensión de exterminar la maldad ordenando fuego a discreción en calles, carreteras y hasta en el Interior del Tec de Monterrey.
La indignación presidencial que significa entonces? Para mí, un encuentro del presidente con el cúmulo de desorden institucional que la ignorancia supina de los imberbes funcionarios salidos de los comités estatales y municipales de las provincias panistas, engrandecieron hasta convertir al gobierno federal en autista.
Y ahí estuvo la tarugada. Ya anteriormente hemos dicho que México es un país que requiere servidores con vocación y no funcionarios que se crean dueños de las oficinas públicas.
Que fácil sería que diciéndose a sí mismo “indignado” el presidente panista pudiera rescatar el prestigio nacional. Pero no es así, debido a que en los Estados Unidos, el pecado más grande no es ni portar armas, ni aspirar cocaína, sino evadir al fisco. Un fisco que obviamente, hoy resulta involucrado indirectamente en un caso de corrupción no tan difícil de entender para los que otorgaron las prebendas del lado mexicano, pero sí para los analistas del IRS (Internal Revenue Services) que dicho sea de paso, son más temidos que el propio FBI.
Tan grave fue para los norteamericanos el desliz corrupto de Walmart con el equipo del Partido Acción Nacional convertido en gobierno federal, que la bolsa de valores le hizo sentir a la empresa que sus acciones bursátiles valen tanto como su baja moral empresarial y consecuentemente sufrieron el castigo de una baja en el precio.
Pero en fin, son los electores mexicanos los que en verdad sienten la vergüenza de que su gobierno federal haya sido exhibido como corrupto desde Estados Unidos, cuando Felipe Calderón “el panista indignado”, se ha desgañitado gritando que no lo es.
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