México, D.F. / Octubre 27.-
El represor argentino Ricardo Miguel Cavallo fue condenado hoy a cadena perpetua, 11 años después de haber sido detenido en México, por haber cometido crímenes de lesa humanidad durante la última dictadura militar.
Cavallo escuchó el fallo al lado de otros 17 ex militares, que ocuparon el banquillo de los acusados desde que el juicio por secuestro, tortura o desaparición de 89 víctimas en la Escuela de Mecánica de la Armada (ESMA) comenzó en Buenos Aires en diciembre de 2009.
Cavallo fue detenido en agosto de 2000 en México por orden del juez español Baltasar Garzón y, tras un lento y complejo proceso de extradición, fue entregado a la justicia argentina en marzo de 2008.
El tribunal de Buenos Aires condenó además al ex marino Alfredo Astiz a prisión perpetua por delitos de lesa humanidad cometidos en la antigua Escuela de Mecánica de la Armada (ESMA) , el mayor centro clandestino de detención de la dictadura argentina (1976-1983) .
Cerca de 200 testigos han declarado durante 22 meses en este proceso histórico, en el que se juzgó a 18 acusados por 85 delitos de lesa humanidad, entre ellos los asesinatos de tres de las fundadoras de Madres de Plaza de Mayo, del periodista Rodolfo Walsh y de las monjas francesas Alice Domon y Leonie Duquet.
Junto a ex capitán de corbeta Ricardo Miguel Cavallo, alias “Serpico”, “Marcelo” o “Miguel Ángel”, y Astiz, ex capitán de fragata apodado “El ángel de la muerte”, la justicia argentina condenó también a cadena perpetua a Jorge Eduardo Acosta, alias “El Tigre”, ex capitán de fragata de la Armada argentina, jefe de Inteligencia y jefe del Grupo de Tareas de la ESMA.
Asimismo, el tribunal condenó a cadena perpetua a Antonio Pernías, excapitán de fragata, y Jorge Carlos Radice, exteniente de fragata, ambos involucrados en la desaparición de Rodolfo Walsh.
Varios cientos de personas convocadas por organizaciones humanitarias celebran en las puertas del tribunal el anuncio de las sentencias en esta megacausa, considerada histórica por víctimas y familiares.
La historia de Cavallo y el Renave
El represor, nacido el 29 de septiembre de 1951, comenzó a escribir su historia en 1970, cuando se enroló como guardamarina en el Comando de la Armada. Para 1976, cuando se inició la dictadura argentina, Cavallo ya tenía el grado de teniente de fragata.
Desde ese cargo se convirtió en uno de los principales operadores de la Escuela de Mecánica de la Armada (ESMA) , que fue el mayor centro clandestino de detención y en donde fueron secuestrados y torturados unos cinco mil presos políticos.
‘Sérpico’ o ‘Marcelo’, como se le conocía también en el centro de torturas, no sólo participó en secuestros y asesinatos, sino que además se apropió de bienes de sus víctimas y amasó una fortuna que, años después, le ayudó a emprender negocios en México.
Entre 1981 y 1984 fue premiado con la agregaduría naval en Francia, pero al volver a Argentina enfrentó cargos por 227 desapariciones y 110 secuestros y torturas. No obstante, terminó siendo beneficiado por las leyes de impunidad que protegieron a los represores.
Libre de procesos, Cavallo se radicó en México en 1989 y se convirtió en un empresario que, casi una década después, logró que su empresa, Talsud, se adjudicara el Registro Nacional de Vehículos (Renave) .
Su historia de éxito empresarial terminó el 24 de agosto de 2000, cuando un diario mexicano reveló su pasado en la dictadura militar argentina bajo el nombre de ‘Miguel Angel’.
Cavallo declaró al rotativo que ‘Miguel Angel’, el represor, era otra persona, e intentó escapar hacia su país, a sabiendas de que ahí todavía regían las leyes que le permitirían quedar impune.
Sin embargo, la Organización Internacional de Policía Criminal (Interpol) detuvo a Cavallo en el aeropuerto de Cancún, cuando iba rumbo Buenos Aires, y lo regresó a la ciudad de México, donde enfrentó un proceso de extradición hacia España.
El juez Baltasar Garzón, quien requería al argentino para juzgarlo por genocidio, terrorismo y tortura, logró que la justicia mexicana lo enviara en 2003 a España, donde permaneció durante cinco años hasta que, en 2008, finalmente fue traído a Buenos Aires.
En sus audiencias judiciales, Cavallo negó los cargos en su contra y denunció una ‘venganza’ del gobierno argentino contra todos aquellos que colaboraron con la dictadura militar.
Exigió su libertad, pero los jueces lo mantuvieron preso, le decretaron embargos por más de seis millones de dólares y, finalmente, este miércoles le dictaron sentencia.
(27/oct/2011)
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