La primera vez que escuché sobre Tomás Yarrington Ruvalcaba tuvo que haber sido en 1979 en Matamoros, Tamaulipas, cuando me involucré en la grilla estudiantil de la preparatoria.
Supe que había sido líder de una planilla que ganó la mesa directiva de la Preparatoria “Juan José de la Garza”, la misma de donde egresó años atrás otro reconocido político del sexenio salinista: Manuel Cavazos Lerma.
De manera consecutiva, primero Cavazos Lerma (1992-1998) y después Yarrington Ruvalcaba (1998-2004), Matamoros presumió pocos años haber tenido dos gobernadores, pero ese orgullo duró poco… se fue desinflando.
Por sus buenas calificaciones y su mala situación económica, el jefe de la familia Yarrington obtuvo una beca en el Instituto Tecnológico y de Estudios Superiores de Monterrey (ITESM) para el adolescente Tomás, cuyas habilidades en oratoria le abrieron puertas en la política.
Establecido en Monterrey nunca perdió contacto con otros compañeros de la preparatoria, al contrario, juntos se ofrecieron como reclutas del Partido Revolucionario Institucional (PRI).
Uno de ellos era Jesús Vega Sánchez, quien en 1998 tuvo el mando de la operación electoral para que su amigo resultara ganador de la elección a gobernador de Tamaulipas frente al panista Gustavo Cárdenas Gutiérrez, ambos de Matamoros.
Vega Sánchez, todo lo contrario a Tomás en sus calificaciones como estudiante, se inscribió a la Facultad de Contaduría Pública y Administración de la Universidad Autónoma de Nuevo León (UANL).
En los peores años 70 de porros y grilla en la Máxima Casa de Estudios en tiempos de doctores, Luis Eugenio Todd y Alfredo Piñeyro López como rectores, Chuy Vega tuvo un papel protagónico.
Otros matamorenses y tamaulipecos como César Elmer García, Ricardo Castillo Gamboa y Ricardo Gamundi Rosas se dedicaron a grillar y agitar las facultades de Contaduría, Ciencias Políticas y Derecho, sobre todo.
Tomás apoyaba las causas de sus amigos pero de lejos. Estaba en una posición incómoda como becado en el ITESM, una institución enlutada todavía por el asesinato, el 17 de septiembre de 1973, de su fundador don Eugenio Garza Sada en un intento de secuestro por parte de la guerrilla.
Las elecciones de 1998 para gobernador, después de haber sido alcalde de Matamoros y antes diputado federal, fueron un mero trámite, con un candidato del PAN que terminó bajo la sospecha de haber sido comprado por su paisano.
Apenas empezó su sexenio, Tomás se fue quedando solo con la inesperada muerte de su amigo Chuy Vega de un paro cardiaco.
A algunos empresarios de Matamoros cercanos al PRI también los convirtió en sus enemigos, entre ellos a Jesús Roberto Guerra Velasco, dueño del recién nacido periódico Contacto, miembro de una familia pudiente totalmente opuesta a la vida modesta, casi pobre, de los Yarrington.
El sexenio de Tomás es recordado porque fueron los años de la jefatura de Juan García Abrego como líder del Cártel del Golfo, hasta su detención el 13 de septiembre de 1996 en una finca campestre de Juárez, Nuevo León.
Cuando terminó su administración, después de impulsar la candidatura de Eugenio Hernández Flores -su sucesor con la victoria del PRI en 2004-, trabajó para ponerle la cereza del pastel a su carrera política: llegar a ser presidente de México.
Después de que en 2000 su olfato lo traicionó al apoyar abiertamente a Francisco Labastida Ochoa, quien terminó perdiendo ante Vicente Fox Quesada, sin la investidura como gobernador en 2005 fue parte del llamado TUCOM (Todos Juntos contra Madrazo), en franca oposición a la candidatura del priista Roberto Madrazo Pintado.
Su papel protagónico en ese movimiento que incluyó a varios ex gobernadores como Enrique Martínez y Martínez, de Coahuila, hizo que fuera incluido en programas de sátira política de Televisa a nivel nacional, de alto rating del Canal 2.
En esos meses, la segunda derrota consecutiva del PAN a un aspirante del PRI rumbo a Los Pinos la consumó Francisco Calderón Hinojosa ante Madrazo Pintado.
En seis años Tomás estuvo lejos de los reflectores, hasta que semanas antes de las elecciones de 2012 con Enrique Peña Nieto como fuerte candidato del PRI, Calderón Hinojosa a través de la PGR lo puso en la vitrina al relacionar a ex funcionarios y ex constructores amigos suyos en lavado de dinero.
Como periodista solamente una vez lo entrevisté para Hora Cero en la agonía de su sexenio. Fue en el sur del Estado después de uno de sus últimos actos públicos.
Sobre el contenido de la entrevista recuerdo poco. Más me llega a la mente una frase de su finado amigo y operador electoral, Chuy Vega, después de la victoria a la gubernatura de 1998 cuando me declaró: “Ganamos con muchos huevos… con chorizo, con frijoles y papa”.
Se referiría a la compra de votos a través de las llamadas “casas amigas” que implementó Tomás en Tamaulipas. Y que con el paso de los años -esas prácticas, parte de la alquimia electoral- fueron perfeccionadas y superadas por el PAN.
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