México, D.F. / Junio 24.-
¿Alguien podría creerlo? Scarlett Johansson lo cuenta, sin aspavientos. Es más, recuerda divertida la ocasión en que su madre la llevó a una agencia de publicidad: “No les gusté; mi voz no funcionaba para lo que ellos querían y eso me hizo sentir derrotada”.
Entonces se fijó una meta. Convertirse en modelo a pesar de sus 1.63 metros de estatura. Claro, ayudada por su rostro de niña dulce, enmarcado por una cabellera rubia y una rutina de ejercicios que fue torneando su cuerpo escultural.
Todos los ingredientes para ser considerada como una persona sin inteligencia a quien únicamente le atraía lo material. Y claro, una mujer proclive a la fama.
Pero de pronto, saltó al cine. Tuvo un papel en “Perdidos en Tokio”, al lado de Bill Murray, con la que ganó un premio BAFTA. Y todavía no llegaba a los 20 años de edad. Para muchos significaba el inicio de un tobogán similar al que emprendieron en su momento Lindsay Lohan o Britney Spears, quienes de la noche a la mañana bajaron del pedestal de estrellas a comidilla de los paparazzi y los escándalos.
Pero ella, tan pronto se le preguntaba sobre su vida personal, marcaba un alto.
“No puedo soportar esos artículos en los que la gente relata toda la historia de su vida. Después de un rato siento que sé más sobre ellos que sus mejores amigos”, dijo en a la revista InStyle en 2006.
Aun así, su capacidad mental era cuestionada y hasta hace unos días su rival de generación, la multipublicitada protagonista de “Transformers”, Megan Fox, la calificó como una mujer que repetía lo largamente aprendido, con el único objetivo de parecer brillante.
Scarlett Johansson no respondió. Al menos hasta el pasado martes, reafirmando que se trata de una artista que no requiere de escándalos y negando que fuera a participar en un reality show en Inglaterra.
“Es que ella sí tiene una vida privada”, explicó su portavoz Marcel Pariseau.
Hija de padre danés y madre de descendencia polaca, Scarlett nació en Nueva York hace 24 años. Desde su niñez, luego del incidente con la agencia de publicidad, ella misma, cuenta la leyenda, decidió buscar de manera seria llegar a su objetivo.
Estudió primeramente en el Professional’s Children School de Manhattan y cuando fue un poco más mayor en el prestigioso Lee Strasberg Theatre Institute.
Después de haberse presentado a varios castings para anuncios de televisión, Scarlett debutó en el teatro a los ocho años. Siguió picando piedra hasta que Robert Redford la conoció, invitándola a participar en el filme “El señor de los caballos”. Eso fue todo. Fue cuando saltó de la adolescencia a la vida adulta. Llegaron “Perdidos en Tokio” y “La joven con el arete de perla”. Los elogios comenzaron a caerle por decenas. Entonces, un día la prensa le preguntó si eso la ponía nerviosa. Ella contestó rápido:
“Cuido mucho mi intimidad y en Nueva York, a nadie le interesa lo que haces. Es alucinante la cantidad de famosos que ves aquí, sin que nadie los moleste. Yo lo que quiero es hacer buenas películas. Si la fama es inevitable, me pondré unas gafas oscuras y dejaré de ir a McDonald´s”.
Le vendrían en cascada participaciones actorales, ha aparecido en “The perfect store”, “A love song for Bobby Long”, “A good woman, Synergy” y “The black dalia”, ganándose el respeto de crítica y público
Pero no se conformó con un nombre en las marquesinas. Tampoco que Woody Allen revelara que al estar trabajando con ella en Scoop y Vicky Cristina Barcelona, se ponía nervioso. Scarlett quería más y pensó en la música como una buena combinación. Y no lo ha hecho mal.
Primero apareció en videoclips de Bob Dylan y de Justin Timberlake, luego en Coachella 2007 cantó junto a la banda escocesa de The Jesus ans Mary Chain y el año pasado publicó su primer álbum como solista Anywhere I lay my head, conteniendo covers de Tom Waits.
En otros rubros también ha triunfado. Hace un mes se anunció que era la nueva imagen de la firma de moda española Mango y protagonista de la campaña otoño-invierno 2009. Llegó a sustituir, curiosamente, a la también actriz española Penélope Cruz (que llevaba cuatro temporadas como imagen de la marca) con la que se dio un beso en Vicky Cristina Barcelona, que la elevó a símbolo sexual. Aunque ella, ha dicho, no sentirse así del todo.
Después de todo, hay que recordar su matrimonio en 2008 con el también actor Ryan Reynolds.
¿Qué ha ganado con todo esto Scarlett?. Bueno, pues ella lo resume:
“Creo que la belleza no está reñida con la inteligencia y, si alguna vez lo tuve, pude quitarme el estereotipo de la rubia tonta”, dice mientras prepara el papel de la novia de “Frankestein” para una película que dirigirá Neil Burger (El ilusionista).
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