Ciudad del Vaticano.-
El Papa Francisco instó hoy a los sacerdotes católicos a vivir con alegría “incorruptible y misionera”, evitando convertirse en “suntuosos y presuntuosos”.
El llamado fue hecho en la misa crismal que celebró en la Basílica de San Pedro, una de las ceremonias correspondientes a la Semana Santa.
En la homilía de la ceremonia que recuerda la institución del sacerdocio, señaló que los presbíteros son personas “muy pequeñas”, los “más pobres entre los hombres”, los “más indefensos” y “necios” si no se dejan guiar por Jesús.
“Nadie más pequeño que un sacerdote dejado a sus propias fuerzas”, insistió, en un largo discurso que pronunció no obstante se le notó cansado y ronco.
Estableció que la alegría del cura “puede estar adormecida o taponada por el pecado o por las preocupaciones de la vida” pero advirtió que, en el fondo, permanece intacta como el rescoldo de un tronco encendido bajo las cenizas y siempre puede ser renovada.
Reconoció que él también pasó por momentos “apáticos y aburridos” que a veces sobrevienen en la vida sacerdotal, producto de momentos de tristeza, en los que todo parece ensombrecerse y el vértigo del aislamiento nos seduce.
En esos casos, señaló, la alegría es “custodiada por el pueblo” que “es capaz de protegerte, de abrazarte, de ayudarte a abrir el corazón y reencontrar una renovada alegría”.
Según el obispo de Roma esa alegría es protegida por tres hermanas que la rodean, la cuidan, la defienden: “la hermana pobreza, la hermana fidelidad y la hermana obediencia”.
“El sacerdote es pobre en alegría meramente humana ¡ha renunciado a tanto! Y como es pobre, él, que da tantas cosas a los demás, la alegría tiene que pedírsela al Señor y al pueblo fiel de Dios. No se la tiene que procurar a sí mismo”, precisó.
“El sacerdote que pretende encontrar la identidad sacerdotal buceando introspectivamente en su interior quizá no encuentre otra cosa que señales que dicen ‘salida’: sal de ti mismo, sal y dale a tu pueblo lo que te fue encomendado, que tu pueblo se encargará de hacerte sentir y gustar quién eres”, apuntó.
Solicitó a los pastores obediencia y disponibilidad, características que harán de la Iglesia una casa de puertas abiertas, refugio de pecadores, hogar para los que viven en la calle, casa de bondad para los enfermos, campamento para los jóvenes y aula para la catequesis de los pequeños de primera comunión.
“En este jueves sacerdotal le pido al señor Jesús que haga descubrir a muchos jóvenes ese ardor del corazón que enciende la alegría apenas uno tiene la audacia feliz de responder con prontitud a su llamado”, ponderó.
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